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Col. Rheault escribió: ↑07 Mar 2022 04:32
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gálvez escribió: ↑07 Mar 2022 02:36
La verdad es la verdad lo diga Agamenón o su porquero
La verdad eterna
La verdad que importa es la eterna, por ser inmutable, la diga quien la diga. Es la verdad con valor en sí, no porque se exponga en un profundo tratado filosófico, o teológico, o poético. Así lo asegura Mairena precisamente en la primera lección impartida a sus alumnos:
La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón.- Conforme.
El porquero.- No me convence.
Son las dos aproximaciones a la verdad natural, o innata, o eterna, o como se la quiera adjetivar. Se supone que Agamenón, rey de Micenas, el más poderoso de Grecia, poseía una cultura vasta, mientras que su porquero, al desempeñar tan bajo oficio, carecía de instrucción. Son los dos polos opuestos utilizados por Machado para explicar con qué disposición contemplamos la verdad los seres humanos. Para algunos, los educados, la verdad eterna es inmutable, en tanto para otros, los ignorantes, carece de valor. Sin embargo, la verdad absoluta ha de existir necesariamente.
El mismo concepto con otros personajes se expone en el capítulo xvi, con la añadidura de una aclaración negativa respecto al comportamiento humano en general, relacionado con aquellas lamentables verdades a las que dijo que acaso conviniera aferrarse, por ser las comunes:
Señores: nunca un gran filósofo renegaría de la verdad si, por azar, la oyese de labios de su barbero. Pero esto es un privilegio de los grandes filósofos. La mayoría de los hombres preferirá siempre, a la verdad degradada por el vulgo –por ejemplo: dos y dos, igual a cuatro— la mentira ingeniosa o la tontería sutil, puesta hábilmente más allá del alcance de los tontos.
Aunque Machado era un poeta del pueblo por su ideología, e incluso por herencia familiar, como alega un verso del “Retrato” que abre Campos de Castilla: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina”, también era un intelectual. Necesariamente debía preferir las creencias de los filósofos, sobre todo si merecían el calificativo de grandes, a las ideas de las personas incultas. Lo que hacía era denunciar la situación de indigencia intelectual padecida por las masas, para incitar a remediarla.
Qué es la verdad
Como poeta quiso expandir el concepto de verdad que profesaba. Y para comunicarlo a los lectores se planteó una pregunta en verso que dejó sin respuesta, para que la meditasen ellos. Está en el proverbio xciii de las Nuevas canciones, con una exposición metafórica muy acertada:
¿Cuál es la verdad? ¿El río
que fluye y pasa
donde el barco y el barquero
son también ondas del agua?
¿O este soñar del marino
siempre con ribera y ancla?
Son unas preguntas puramente retóricas, puesto que no es comparable una escena real, la del barco que surca las aguas de un río, con la ensoñación de un marinero en tierra, por decirlo con un título feliz de Rafael Alberti. Las dos posibilidades son verdad, pero en planos diferenciados: una verdad real, porque el barco efectivamente navega por el río con el barquero a bordo, y una verdad ideal, el sueño del marinero imposibilitado de navegar, por lo que se halla en la ribera como si le atase un ancla a ella. Son dos exposiciones de la verdad, una realizada y a otra deseada. El afán del marinero en tierra es verdadero, aunque pertenece al mundo de la fantasía, mientras que el barquero ejecuta una maniobra precisa.
Al dejar la cuestión pendiente de respuesta, parece que Machado incita a los lectores a proponer la suya. El buscar la verdad proporciona más placer que el sentirse poseedor de ella. Lo afirmó en el siglo xviii el filósofo, teólogo, ensayista de arte, dramaturgo y con otras ocupaciones más, Gotthold Ephraim Lessing, al imaginar una visión en la que debería elegir:
Si Dios me ofreciera en su mano derecha toda la verdad, y en su mano izquierda solamente el afán continuamente acuciante de encontrar la verdad, con la seguridad de estar eternamente equivocado, y si me dijera “¡Escoge!”, tomaría humildemente su mano izquierda diciendo: “¡Dame ésta, Padre! La verdad pura es únicamente para ti. (Una duplicación, en sus Werke, x, 53.)
Una pretensión parecida fue planteada por Mairena a sus alumnos, al oponer la posesión de la verdad con el propósito de buscarla. Pero como la facultad pensante de los seres humanos se halla coartada por las limitaciones de su capacidad de conocer, tan variables a lo largo de la historia, no se decidió abiertamente por una opción, sino que también en este caso dejó unas preguntas sin respuesta en el capítulo xlv de su libro:
Que el camino vale más que la posada; que puestos a elegir entre la verdad y el placer de buscarla elegiríamos lo segundo… Todo eso está muy bien –decía Mairena--; pero ¿por qué no estamos ya un poco de vuelta de todo eso? ¿Por qué no pensamos alguna vez cosa tan lógica como es lo contrario de todo eso?
Podemos aplicar la respuesta de Lessing al ofrecimiento de Dios. Es tan lógico pensar una cosa como la otra, a sabiendas de que nadie está capacitado para sentirse poseedor de la verdad absoluta, aunque los dictadores se hallen convencidos de que ellos son los guardianes de la verdad.
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