Nadie esperaba que la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, la mujer encargada en la sombra de poner método en el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, diera una entrevista. Mucho menos, que concediera 11. Pero lo ha hecho, a la revista Vanity Fair, que el martes publicó un perfil en dos partes, fruto de esas conversaciones.
El resultado ha puesto patas arriba Washington porque en él la responsable de que la Casa Blanca funcione, cuya fama de discreta solo es equiparable a su reputación de eficaz, suelta, entre otras bombas, que Trump tiene “personalidad de alcohólico”. No porque beba —el republicano es tal vez el abstemio más famoso del mundo—, sino porque se comporta como si “no hubiera nada que no pueda hacer”.
Trump no es el único en la Casa Blanca y sus alrededores al que el inesperado arrebato de sinceridad de Wiles ha salpicado. En el artículo, la jefa de gabinete define al vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, como “un teórico de la conspiración”, confirma los rumores que sostenían desde hace meses que Elon Musk consume ketamina y critica a la fiscal general, Pam Bondi, por la gestión del caso del pederasta Jeffrey Epstein.
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Nadie esperaba que la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, la mujer encargada en la sombra de poner método en el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, diera una entrevista. Mucho menos, que concediera 11. Pero lo ha hecho, a la revista Vanity Fair, que el martes publicó un perfil en dos partes, fruto de esas conversaciones.
El resultado ha puesto patas arriba Washington porque en él la responsable de que la Casa Blanca funcione, cuya fama de discreta solo es equiparable a su reputación de eficaz, suelta, entre otras bombas, que Trump tiene “personalidad de alcohólico”. No porque beba —el republicano es tal vez el abstemio más famoso del mundo—, sino porque se comporta como si “no hubiera nada que no pueda hacer”.
Trump no es el único en la Casa Blanca y sus alrededores al que el inesperado arrebato de sinceridad de Wiles ha salpicado. En el artículo, la jefa de gabinete define al vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, como “un teórico de la conspiración”, confirma los rumores que sostenían desde hace meses que Elon Musk consume ketamina y critica a la fiscal general, Pam Bondi, por la gestión del caso del pederasta Jeffrey Epstein.
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Goerge Walker Bush, Reagan, Nixon... Los sesudos editoriales sobre problemas de inestabilidad mental de los presidentes estadounidenses incómodos a la progresía europea son un clasicazo más viejo que andar a gatas.
Son como "¡Qué bello es vivir!" o el editorial imprescindible de LO País para recordarnos que "la Navidad no es la Navidad", un componente fijo que se repite cíclicamente.
Edison escribió: ↑18 Dic 2025 10:46
La jefa de gabinete de Trump es "progresía" y además europea. Pues no lo sabía.
Ella no lo sé, los mass media europeos, sin la menor duda. La mismísima BBC se pasó de frenada anti-Trump y tuvo que despedir a dos personas por manipulación grosera.
Edison escribió: ↑18 Dic 2025 12:14
De momento Trump le perdona la vida. Aunque lo más probable es que se la tenga guardada para cuando ya no se la pueda devolver.
En su segundo mandato, Donald Trump está mostrando una obsesión con la Casa Blanca −el edificio, no la institución a la que este sirve de sede− que supera con mucho el precedente de su primera presidencia. El republicano ha redecorado sus estancias a base de molduras doradas y de cambiar cuadros de sitio y poner otros nuevos. También ha remodelado baños y ha iniciado una ampliación sin precedentes con la demolición del ala este para levantar en ese flanco de la residencia un salón de baile para el que no ha pedido permiso y que alterará las proporciones del conjunto.
En una de las galerías del ala oeste, esos impulsos van más allá de la estética. Trump ha colocado allí algo que llama “El salón de la fama de los presidentes”, una serie de retratos de sus 45 predecesores en el cargo, a los que este miércoles añadió una novedad: unas placas que hacen las veces de pies de foto. Con ellos, el republicano propone, a base de insultos, exageraciones y acusaciones, otra ruptura del decoro institucional de Washington con una reescritura ciertamente poco elegante de los logros de algunos sus antecesores.
Es el mismo lugar que ya saltó a las noticias cuando en el hueco que corresponde al presidente demócrata Joe Biden, su sucesor y también su antecesor en el Despacho Oval, Trump colgó la imagen de su firma junto uno de esos bolígrafos automáticos (autopen) que se usan frecuentemente para agilizar la rúbrica de documentos. El republicano lleva meses defendiendo que Biden estaba incapacitado para gobernar, y que un círculo de funcionarios lo hacían por él, ayudándose de esa herramienta para reproducir su firma.
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Y sigue metiéndose con Obama, Clinton, etcétera. Si estuviese borracho al menos tendría una excusa.
Para el Centro Cultural Nacional de Washington, conocido como el emblemático Kennedy Center, el segundo mandato de Trump ha pasado como un huracán.
Después de destituir a la presidenta de la junta directiva para nombrarse a sí mismo, expulsar a 13 de sus miembros ejecutivos para sustituirlos por algunos de sus contactos más cercanos —entre ellos la esposa del vicepresidente JD Vance— y cancelar parte de la programación por considerarla demasiado “woke”, el republicano ha dado un paso más al rebautizar la entidad y colocar su propio nombre: nace así el nuevo Trump Kennedy Center.
El edificio, fundado en 1971 como memorial al expresidente demócrata, funciona como auditorio en el que se acogen múltiples obras de teatro, óperas, conciertos y otros espectáculos escénicos.
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Sería divertido si no fueran los EEUU, un país demasiado grande y poderoso para tomártelo a chufla cuando su poder está en manos de un demente descontrolado.
O peor, a lo mejor lo que vemos es Trump bajo control, a un solo despiste de que se les escape a sus guardianes y la líe de verdad, como Elon Musk con el Cybertruck...
“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada"-Edmund Burke
Corolario de Nowomowa: tampoco ayuda cuando los buenos son idiotas.
Nowomowa escribió: ↑20 Dic 2025 13:05
Sería divertido si no fueran los EEUU, un país demasiado grande y poderoso para tomártelo a chufla cuando su poder está en manos de un demente descontrolado.
O peor, a lo mejor lo que vemos es Trump bajo control, a un solo despiste de que se les escape a sus guardianes y la líe de verdad, como Elon Musk con el Cybertruck...
Indianápolis está lejos de Washington. Unos 900 kilómetros en línea recta hacia el oeste. Una distancia que no ha bastado, sin embargo, para evitar en las últimas semanas que las presiones desde la capital abrasaran a sus congresistas estatales. Particularmente a los republicanos, que controlan las dos cámaras del Congreso de Indiana. Algunos recibieron amenazas de muerte anónimas. Otros fueron directamente señalados por el presidente, que amenazó con desbancarlos en las próximas primarias si no acataban su dictado. Les bastaba con apoyar una moción para redibujar el mapa de las circunscripciones electorales, lo que hubiera ayudado a perpetuar el dominio conservador en el estado. Pero no funcionó. Más de una veintena de republicanos se rebelaron y la ley apadrinada por Donald Trump fracasó. No solo era innecesaria, dijeron los apóstatas, sino que hubiera socavado la credibilidad de la ya maltrecha democracia.
... Rebeldía en el Congreso
En el Capitolio, varias señales. A finales del mes pasado todos los republicanos —menos uno— de la Cámara Baja votaron a favor de hacer pública la documentación del caso de Jeffrey Epstein, el financiero y pederasta con el que Trump tuvo relación. Y todo ello a pesar de que el presidente describió el asunto como un "timo demócrata" durante meses. Más recientemente, una veintena de republicanos se unieron a sus rivales para revocar un decreto de Trump que aspiraba a cercenar los derechos sindicales de los funcionarios públicos. Y esta semana otro puñado de conservadores permitió que se lleve a votación una iniciativa demócrata para extender los subsidios a la sanidad. De otro modo, el precio que pagan millones de estadounidenses por su seguro sanitario se disparará el año que viene.
Nada de eso significa que Trump haya perdido las riendas del partido o, menos todavía, del movimiento MAGA. Pero hay bolsas de descontento cada vez más evidentes, según los expertos. Por su desdén hacia la crisis del coste de la vida que ahoga a millones de estadounidenses, agravada ligeramente por su política de aranceles; por sus frecuentes viajes al extranjero y el descuido de la situación interna; por su proximidad a los oligarcas de Silicon Valley y otros multimillonarios; por su gestión del caso Epstein o su política reverente hacia Israel, país al que algunos conservadores empiezan a ver como una carga.
La comentarista conservadora Savannah Hernandez, afiliada a Turning Point USA (la organización que fundó el ultraconservador Charlie Kirk, asesinado en pasado septiembre), decía recientemente que sus bases le eligieron para "destruir la oligarquía, no para ser la oligarquía". También ha escocido su decisión de ayudar financieramente a gobiernos afines como el de Javier Milei en Argentina. O su decisión de incentivar las importaciones de carne latinoamericana para abaratar los precios, lo que ha enfurecido a los ganaderos estadounidenses. "Cuando los estadounidenses ven cómo miles de millones de dólares vuelan hacia otro país, lo sienten como una traición porque la gente en casa lo está pasando mal", le dijo Hernández a The Washington Post.
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