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Edison escribió: ↑18 May 2024 18:13
Nada como tener de tu parte al matón de la clase.
https://www.un.org/es/situation-in-occu ... el/history
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La cuestión de Palestina se planteó ante las Naciones Unidas poco después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los orígenes de la cuestión palestina como asunto internacional se remontan a los sucesos que tuvieron lugar hacia el final de la Primera Guerra Mundial. Estos acontecimientos condujeron a la decisión de la Sociedad de Naciones poner a Palestina bajo la administración de Gran Bretaña como Potencia Mandataria en virtud del Sistema de Mandatos adoptado por la Sociedad. En principio, el Mandato debía tener el carácter de una fase transitoria hasta que Palestina alcanzara el estatus de nación plenamente independiente, estatus reconocido provisionalmente en el Pacto de la Sociedad, pero de hecho la evolución histórica del Mandato no tuvo como resultado el surgimiento de Palestina como nación independiente.
La decisión sobre el Mandato no tuvo en cuenta los deseos del pueblo de Palestina, a pesar de los requisitos del Pacto de que "los deseos de estas comunidades deben ser una consideración principal en la selección del Mandatario". Esto cobró especial relevancia porque, casi cinco años antes de recibir el mandato de la Sociedad de Naciones, el gobierno británico había contraído compromisos con la Organización Sionista en relación con el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina, para lo cual los líderes sionistas habían insistido en una reivindicación de "conexión histórica", ya que sus antepasados habían vivido en Palestina dos mil años antes antes de dispersarse en la "diáspora".
Durante el período del Mandato, la Organización Sionista trabajó para asegurar el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. La población autóctona de Palestina, cuyos antepasados habían habitado la tierra durante prácticamente los dos milenios anteriores, sintió este designio como una violación de sus derechos naturales e inalienables. También consideraban que era una violación de las garantías de independencia dadas por las potencias aliadas a los dirigentes árabes a cambio de su apoyo durante la guerra. El resultado fue una creciente resistencia al Mandato por parte de los árabes palestinos, seguida del uso de la violencia por parte de la comunidad judía cuando la Segunda Guerra Mundial tocaba a su fin.
Tras un mandato de un cuarto de siglo, el Reino Unido remitió a las Naciones Unidas lo que se había convertido en "la cuestión de Palestina", alegando que su condición de Mandatario imponía obligaciones contradictorias que resultaban irreconciliables. En ese momento, cuando las propias Naciones Unidas apenas tenían dos años de existencia, la violencia asolaba Palestina.
Tras estudiar distintas alternativas, la Organización propusio poner fin al Mandato y dividir Palestina en dos Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío, y que Jerusalén quedara bajo un régimen internacional. El plan de partición no devolvió la calma a Palestina, y los disturbios desencadenaron una guerra en Oriente Medio que solo cesó gracias a la intervención de la ONU.
Uno de los dos Estados previstos en el plan de partición proclamó su independencia con el nombre de Israel y,en el curso de una serie de guerras sucesivas, amplió su control territorial hasta ocupar toda Palestina. El Estado árabe palestino previsto en el plan de partición nunca llegó a existir y, durante los 30 años siguientes, el pueblo palestino luchó por recuperar sus derechos perdidos.
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El origen del problema se remonta a la Declaración Balfour, negociada con los famosos banqueros Rothschild y en la que Inglaterra se comprometía a apoyar el establecimiento de un "hogar nacional judío" en Palestina a cambio de que el sionismo apoyara la causa inglesa durante la primera guerra mundial, y particularmente que consiguiera la entrada de EE UU en la contienda. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, varios asesores de Woodrow Wilson eran sionistas. Y efectivamente, el sionismo internacional hizo todo lo que estuvo en su mano para debilitar a las potencias centrales y favorecer los intereses anglosajones. Por cierto que, dado que en ello participaron también notorios sionistas alemanes y austriacos, de ahí vino la famosa idea de la "puñalada por la espalda" que alegaban los nazis para explicar la derrota de Alemania, y que convirtieron en una paranoia al incluir en ella cualquier acción tomada por cualquier persona de origen étnico judío (fuese sionista o no) y que considerasen que había "perjudicado los intereses de Alemania". Por ejemplo, según esa idea, si los dirigentes comunistas Kurt Eisner y Rosa Luxemburgo alentaron las huelgas en Alemania en plena contienda no lo hicieron porque estuvieran en contra de la guerra o por ser comunistas, sino por ser judíos y formar parte de esa conspiración antialemana.
Pero sigamos hablando de matones. El apoyo del matón estadounidense vendría más tarde, sobre todo a partir de la guerra de los seis días. Ahí fue cuando EE UU se dio cuenta del potencial militar de Israel, y lo bien que le venía tener un poderoso aliado como él en Oriente Medio. En contra de lo que suele pensarse, el apoyo de EE UU no viene principalmente a causa de las presiones del lobby sionista estadounidense (pese a su indudable riqueza, poder e influencia), sino del hecho de que Israel ha sido descrito en ocasiones en EE UU como el mayor portaaviones estadounidense en la zona. Sin olvidar todo lo que la maquinaria de guerra israelí supone para el complejo militar-industrial yanqui, claro.
El apoyo de EE UU a Israel pasa por que éste se encuentre permanentemente en pie de guerra, Washington no necesita un Israel en paz. El día que se firme una paz real en Palestina, Israel dejará de tener el apoyo de EE UU. De ahí que EE UU y el sionismo hayan hecho todo lo posible para impedir cualquier acuerdo de paz en la zona, incluso hasta el punto de provocar una y otra vez a los palestinos para avivar el conflicto. Por ejemplo, el día que Ariel Sharon se presentó en la explanada de las mezquitas, o cuando Trump reconoció a Jerusalén como la capital del Estado de Israel.
De ahí también que EE UU y el sionismo hayan utilizado las diferentes negociaciones y acuerdos entre Israel y Palestina como meros instrumentos tácticos para ganar tiempo o legitimidad ante la opinión pública mundial. Por ejemplo, los acuerdos de Oslo sirvieron para poner fin a una intifada que comenzaba a poner en riesgo la seguridad de Israel y su imagen pública (la gente no entendía eso de que se respondiese con tanques contra las piedras).
"Nuestra tarea es la crítica despiadada, y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos" (Karl Marx, 1850).
Hoy día importa más el quién que el qué, lo que se dice que lo que se hace, y quién lo dice que lo que se dice.