Habéis hablado del idioma. Y John Smith de nuevo (sí, de los Smith de toda la vida) nos cuenta que él no piensa aprender euskera. (sonrisa )
¿Es normal pensar que el nacionalismo vasco aspira a que todos los navarros hablen euskera o es sólo una especie de paranoia de los no nacionalistas?
Parece que sí, aunque a John Smith no le guste la idea de tener que volver a clase, pero… ¿por qué es tan importante para los nacionalistas extender el idioma en Navarra? ¿No se podría ser igual de independentista sin tener que pasar por las aulas?
Recordemos que la aspiración final del nacionalismo vasco es la independencia de Euskal Herria. Ahora bien, ¿qué es Euskal Herria?
El Estatuto de Guernika, en su artículo 1, dice:
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“El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”.
Y la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) dice:
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“La denominación procede de las palabras vascas euskara + herri, literalmente “el país del euskara o del vascuence”, donde puede reconocerse la forma euskal, corriente en composición (cf. aizkora ‘hacha’, pero aizkol apustu ‘apuesta de hachas’, etc.). Hay que hacer notar igualmente que no resulta extraño el uso en plural: euskal herriak, cuyo sentido primigenio es asimismo “las tierras del vascuence”. El hecho de que se escribiera en minúscula es revelador de ese sentido original”.
Es decir, Euskadi sería la expresión política de Euskal Herria y Euskal Herria es el conjunto de tierras donde se habla euskera. Si lo miramos en sentido inverso, podríamos decir entonces que si se habla euskera, se formaría parte del País Vasco o de Euskadi, que, repito, es la expresión nacional y política de Euskal Herria.
En definitiva, la lengua, el euskera, sería el factor determinante del hecho nacional vaco y de la expresió política de ese hecho. Entonces, ¿puede sorprender a alguien el interés del nacionalismo vasco en “euskaldunizar” a toda la población?
Curiosamente, para Sabino Arana el nacionalismo vasco no podía vertebrarse sobre la lengua, sino sobre la raza, puesto que cualquiera podía aprender euskera. Para él, era aberrante que los “maketos” aprendieran euskera:
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“Para nosotros sería la ruina que el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen euskera. ¿Por qué? Porque la pureza de raza es, como la lengua, uno de los fundamentos del lema bizkaíno, y mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable; la raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida… Tanto están obligados los bizkainos a hablar su lengua nacional, como a no enseñársela a los maketos o españoles. No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas”.
(“Errores catalanistas”, Bizkaitarra, 1894)
Por eso precisamente, Arana nunca quiso utilizar el término “Euskal Herria” para denominar a su proyecto nacional, sino que se inventó la palabra “Euskadi”, porque la nación vasca no podía basarse en la lengua, sino en la raza.
¿Qué ocurre ahora? Pues que, tras los rotos que causaron en el siglo XX los proyectos políticos basados en la pureza de la raza (nazismo) ese planteamiento racista quedó en entredicho porque se vendía bastante mal, era indefendible. Así que tocaba sustituir la raza por el idioma. Lo que ocurre es que en ese cambio surgen problemas.
Porque si nos mezclamos todos, la raza deja de identificarnos frente al resto. Pero si todos aprendemos euskera, el idioma también deja de identificarnos. Así que, para solucionar eso, lo que toca es superar un doble reto:
Que toda la población hable euskera, y
Que todo el que hable euskera sea nacionalista
Por eso precisamente es imposible que la enseñanza del euskera no esté politizada. Y cuando se politizan las cosas, automáticamente surgen afinidades y desencuentros. Es decir, de la misma forma que, por esos motivos políticos, hay personas que reman en esa dirección, hay otras que, por esos mismos motivos políticos, pero de la orilla contraria, lo rechazan.
Llevando un poco al extremo la pretensión nacionalista de crear un Estado a partir de las personas que hablan euskera, se podría pensar que si colocamos el euskera en el plan de estudios de los colegios de toda España, las tierras donde se hablaría el euskera sería toda España y España y Euskal Herria serían lo mismo. La independencia de Euskal Herria no tendría sentido. Precisamente por eso, Sabino Arana llamó a su proyecto Euskadi y no Euskal Herria. Y precisamente por eso, ETA lleva en sus siglas la “E” de Euskadi (Euskadi Ta Askatasuna) y no la “EH” de Euskal Herria (Euskal Herria Ta Askatasuna).
Entendemos ahora, entonces, por qué tiene una lógica política que el rechazo al independentismo se haya convertido en rechazo al euskera. Si Euskal Herria es el espacio donde se habla euskera y, al mismo tiempo, se reivindica la independencia de Euskal Herria, ¿puede extrañar a alguien que quien no sea independentista o no quiera diluir Navarra en la Comunidad Autónoma Vasca se oponga a la extensión del euskera?
En fin, tomar el idioma como idea-fuerza de la construcción nacional vasca, como sustituto de la raza, tiene estas cosas. Esa elección es para lo bueno y para lo malo. Con todo el apoyo que eso podría proporcionarle entre algunos, pero también con el rechazo que tendría entre otros.
Saludos.