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400 a 248, pero no se han hecho daño
albert soler 03/11/2021 | 23:18
El lacismo está contento porque «sólo» 400 eurodiputados han decidido que el Vivales no es inmune ni impune ni nada. A los lacistas les ordenaron salir a celebrar estos 400 golpes como si fueran un triunfo, y como si algo tienen es que son obedientes, todos a una colapsaron las redes diciendo exactamente lo mismo: que 400 a 248 es una victoria, que Europa nos mira, que España es fascista y que el gol del Almería al Girona fue en fuera de juego. Cuando jugaba al fútbol y llegaba a casa, mi padre me preguntaba por el resultado, y si habíamos perdido, siempre salía mi abuela consolándome, quizás diciendo desde la cocina «el caso es que no te hayas hecho daño», ay, aquel «hacerse daño» tan gerundense. Para la abuela, el resultado era lo de menos, la cuestión era que el nieto volviera a casa de una pieza. Al Vivales y compañía les pasa igual, pierden, pero no se han roto la mano al votar, ni se han torcido un pie, ni han sufrido una indigestión en alguna de las muchas comilonas que se regalan a cuenta del Domund de la republiquita. No se han hecho daño, alegría, alegría.
Yo, en cambio, me he quedado preocupado por la posibilidad de que lo extraditen. Espero que la justicia belga nos haga el favor de quedárselo allí, que si nos lo envían, al cabo de nada tendría el tercer grado y empezaría una tournée por los medios afectos al régimen. Si ya la gira de Junqueras da miedo -siempre el mismo tono capellanense, siempre las mismas burradas-, la del Vivales sería para irme yo al exilio, aprovechando que habría quedado vacía la Casa de la República. Suerte de Marine Le Pen, siempre dispuesta a ayudar a sus correligionarios, que votó a favor del Vivales y su pianista de cabecera.
Ayer, echando unas cañas en La Tahona, alguien comentó que se había entregado a la justicia una exiliada, sí hombre, una que era consejera de no sé qué, ahora no me sale el nombre, Serrat o algo así. Nadie recordaba como se llamaba ni el cargo ni nada, que triste. De ahí, enlazar con la que huyó a Suiza y también se hace llamar exiliada sin que ningún juez la reclame, sí, coño, la que vive de gorra, la de la CUP que se cambió el peinado y ahora parece de las juventudes de PP. Tampoco nos salía el nombre ah, sí, Anna Gabriel. Uno de los parroquianos buscó en Google e informó que en realidad se llama María Guadalupe Araujo y nació en México, cara de sorpresa de todos, hasta que alguien dijo que esta es otra Ana Gabriel, yo qué sé, el caso es que a nadie le importa ya quien se fue, ni cómo se llaman ni si cantan rancheras o no. Uno se cree revolucionario, y en realidad, al cabo de un mes nadie recuerda su nombre, a los seis han olvidado la cara, y al cabo de un año, si vuelve a casa la familia llama a la policía pensando que es un okupa. Debe ser difícil, admitir que al poco tiempo sólo la familia recuerda ligeramente que exististe, cuando tenías la esperanza de entrar en los libros de historia. Por eso volvió la Serret, y aún cuando se personó en el Supremo, el secretario tuvo que buscar en los archivos quién era aquella pobre mujer que insistía en ser imputada, señora, marche de aquí, que tenemos trabajo.
El futuro del Vivales es el olvido, si no es que la justicia belga le hace el favor de extraditarlo. Que no tarde, porque ahora todavía podría salir en el FAQS y alguien lo recordaría, que dentro de poco, para ganarse el pan deberá hacer de tronista en Mujeres y Hombres y Viceversa. Y puede hacerse daño.