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La trama rusa existió
Jordi Xargayó
El nacionalismo más cercano a Puigdemont ha celebrado como una gran victoria la decisión de la Audiencia de Barcelona de archivar las investigaciones judiciales de la trama rusa del proceso. Al interpretar que se trataba de un invento de la malévola España, han lanzado toda la artillería contra sus adversarios. El articulista Toni Aira, que fue director de Comunicación del PDeCAT entre 2017 y 2018, ha escrito que «la farsa de la trama rusa quería destruir políticamente y como individuo al presidente Puigdemont y a su entorno (...) Otros mojaban pan y decían que eran aprendices de James Bond (en referencia a Gabriel Rufián)». También se ha apuntado el diario Ara, que, en un editorial, lo ha elevado a la categoría de lawfare.
Aparte de que resulta sorprendente, y alentador, que ahora el independentismo haya descubierto las bondades del sistema judicial, una cosa es que el caso no tenga recorrido jurídico, que, según la Audiencia de Barcelona, no tiene, y otra que no hubiera existido la injerencia rusa en el proceso, ni los contactos de Puigdemont, y su entorno, con emisarios de Vladimir Putin. Todo lo contrario. Precisamente, la cadena francoalemana Arte acaba de estrenar el documental "¿Europa a manos de Putin?" Dividido en dos capítulos, el primero, titulado Ingenuidades europeas, comienza analizando la injerencia rusa en Catalunya, a la que dedica quince minutos, antes de pasar a estudiar la influencia del Kremlin en Alemania. Uno de los protagonistas es Víctor Tarradellas, el hombre de Puigdemont en sus contactos con Rusia. Tarradellas no niega nada y admite, ya de entrada, que era "un plan de acción para que nuestro país fuera independiente". También confirma el contacto con Sergei Markov, definido como el jefe de los propagandistas de Putin. El documental cita a Nikolai Sadovnikov, uno de los emisarios rusos que se entrevistó con Puigdemont el día antes de la proclamación de la independencia en el Parlament.
Según el reportaje, Putin puso en marcha una ofensiva contra la Unión Europea, con un objetivo: debilitar las democracias europeas y minarlas desde el interior para que se hundan solas. Puigdemont y su jefe de gabinete, Josep Lluís Alay, declinaron participar en el documental.
También es revelador el informe Amenazas Híbridas. Un ecosistema de resiliencia integral, publicado por la Comisión Europea en marzo de 2023, e ignorado, como viene siendo habitual, por la mayoría de los medios de comunicación catalanes.
El informe, que dedica tres de las 124 páginas a Catalunya, sostiene que "aunque Rusia no creó el problema, lo explotó para su propio beneficio, al intentar influir en las percepciones, actitudes y decisiones de los públicos destinatarios". El estudio concluye que el objetivo del Kremlin no era una Cataluña independiente, sino crear "una inestabilidad interna muy profunda y prolongada en España", país miembro de la UE y la OTAN, "que acabaría influyendo en todos los países occidentales" .
También hace referencia a la injerencia rusa en Cataluña Anne Applebaum, premio Pulitzer, una de las periodistas y politólogas más reputadas del mundo, en su último libro "Autocracia s.a. Los dictadores que quieren gobernar el mundo" (Debate, 2024). Applebaum explica que "los trolls radicados en Venezuela y los pro-rusos actuaron juntos en España, sobre todo durante el referéndum ilegal de independencia de Catalunya". Y añade que «en 2019 envió un emisario, Josep Lluís Alay, a Moscú (...) Unos meses después estalló en Catalunya una protesta extraña y forzada cuando un grupo de manifestantes que habría contado con el apoyo de la inteligencia rusa cerró un aeropuerto y bloqueó la principal carretera entre Francia y España». Según esta analista "las operaciones de desinformación de las autocracias (...) confían en incitar a la gente a cuestionar el Estado, a desconfiar de la autoridad y, finalmente, a poner en duda la propia democracia".
También la Eurocámara ha tratado en numerosas ocasiones las injerencias rusas en Cataluña.
Mientras toda Europa está preocupada por el afán del Kremlin de rasgar las democracias liberales europeas, en Catalunya un grupo de políticos irresponsables se pusieron a jugar a soldaditos con el convencimiento de que eran más astutos que nadie. Una insensatez. De la trama rusa del proceso hace tiempo que se habla mucho en toda Europa (aquí sí que el mundo nos mira de verdad), pero en el oasis catalán, salvo El Periódico y El Triangle, el silencio de los medios de comunicación es absoluto (como siempre).