Suponer la Agenda 2030 como la constitución de un plan maquiavélico orquestado por una élite financiera con fines oscuros capaz de controlar cada actor político del mundo se entiende luego de observar que los seres humanos tendemos a mirar el mundo a través de muchos sesgos -es así, será así, y siempre fue así- y preferimos la explicación fácil a la compleja, así como también preferimos tener un objetivo concreto (una élite financiera, un partido comunista, unos judíos, etc.) a simplemente eventos que no tienen a nadie concreto atrás articulándolos como un titiritero maestro. Es preferible mirar el mundo, ver a esta élite (antes los comunistas o los judíos) que ejecuta sus planes, y aplica sus proyectos, a ver lo que realmente ocurre: una sucesión de eventos inmersos en una dinámica dialéctica de personas, clases, Estados, sin un objetivo común y compartido, y por tanto, sin capacidad de controlarlos ni colectiva, ni mucho menos individualmente.
Sin embargo, descartando el relato conspiranoico detrás de la Agenda 2030, lo cierto es que existe, y que sin entrar a debatir sobre si es tan grave o no cómo dicen desde los círculos derechistas, el hecho que creo es indiscutido es que se ha institucionalizado lo que se supone es anti-establishment capitalista. ¿Cómo es posible esto? Es que no es posible que se institucionalice lo anti institucional a no ser que ese sistema fuera a colapsar en sí mismo (algo como un suicidio institucional), o, que lo anti establishment en realidad es más mainstream de lo que se supone es. Desde luego yo voy por la segunda opción.
Una opción completamente válida entendiendo que el sistema capitalista es, en esencia, un sistema que ha destruido lo tradicional en su forma positiva (lo clásico) y negativa (lo retrógrado).
Mientras una ideología | cultura política -que forma parte de lo superestructural- sea coherente con el capitalismo -esencialmente estructural- no habrá problemas. Quizás en pleno siglo XIX el capitalismo necesitaba mucho más de la familia tradicional que ahora, por lo que en su atadura interna tenía que limitar a las disidencias sexuales toda vez que no fueran reproductivamente útiles. La era victoriana enmarca un poco eso. Ahora ya no es necesario, lo que nos lleva a entender por qué los capitalistas apoyan y financian las propagandas LGBT:
porque no les afecta que existan homosexuales. Y si a lo anterior añadimos que es importante hacerse de un mercado de consumo, de apoyo popular y político,
las empresas necesitan ser políticamente correctas para no caer en el vicio de la censura social ni mucho menos perder clientela.
Esto explica el porqué del apoyo, no si la causa detrás de todas las identidades "posmodernas" estén las empresas. Esto dudo sea demostrado cierto alguna vez porque antes que encontrar planes educativos financiados por empresas con tal de generar un sentimiento X en las nuevas generaciones, lo que encontraremos será la eventual evolución y degeneración de conceptos básicamente liberales y socialistas (individuo, relaciones de explotación / opresión, libertad e igualdad). Desde un punto de vista determinista, este era el destino de la sociedad occidental contemporánea post revolución francesa.
Lo que tenemos ahora, es entonces, el destino normal del capitalismo realmente existente. El debate de si es bueno o malo tendrá respuesta dependiendo de esto mismo. Si concebimos que el capitalismo es lo mejor que podemos tener, es una degeneración de lo que hemos tenido, o se puede superar. Es lo que diferencia a un liberal, un reaccionario y un marxista, en principio.
Sin embargo si el capitalismo nunca podrá ser superado porque está destinado a ser así:
Ver citas anteriores
Nowomowa escribió: ↑31 Dic 2022 22:01
¿Quieres saber cuál es el "endgame" del capitalismo? Yo ya lo inventé y lo mencioné alguna vez, hasta tiene nombre: es el "mundo Solaria".
El mundo Solaria consiste en los últimos 10.000 humanos repartiéndose toda la actividad económica del planeta, que se distribuiría a base de operaciones abstractas creadas por sistemas automáticos que "deciden" quién es más rico y quién menos... sin el estorbo de dar de comer, beber o respirar a nadie más que a los 10.000 y sus familias.
Esto suprime la opción superación.
Nos queda el reaccionario y el liberal.
Esta es la dicotomía planteada si suponemos que este es el futuro, finalmente, o lo aceptamos, o lo rechazamos como unos reaccionarios.
El problema es que si ese es el futuro, entonces los reaccionarios tienen mucha razón.
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