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Kalea escribió:Ver citas anteriores
Oldways escribió:http://www.20minutos.es/noticia/2652157 ... ncer-mama/
El artículo es demasiado largo para citarlo (merece la pena leerlo), pero pongo algunas partes:
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La mastectomía deja secuelas físicas y psicológicas que condicionan en gran medida la vida de las pacientes y, sin embargo, la reconstrucción inmediata tras la pérdida (reconstruir en el mismo momento que se quita el tumor) no siempre es viable, bien por motivos médicos, bien porque los centros no cuentan con el personal especializado en este tipo de cirugías. Muy al contrario, puede llegar a retrasarse más de dos años, es decir, más de 730 días. O como en el caso de Mara León, convertirse en una espera que apunta a los cuatro años.
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"Mi oncólogo me mandó a cirugía plástica en octubre de 2014 (año y dos meses después de la mastectomía, y una vez terminados los tratamientos de la quimioterapia y la radioterapia), pero no me metieron en lista de espera hasta un año después. Cuando me dijeron que esta lista a su vez tenía un retraso de otros dos años más me sentí perdida y engañada. No sé qué va a pasar ahora pero, como mínimo, calculo que no me operarán hasta finales de 2017. En total pasarán cuatro años hasta volver a sentirme completa"
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Maribel tiene 42 años. Le operaron en Barcelona en abril de 2014 y le realizaron una reconstrucción mamaria inmediata. "Es la opción preferible, ya que, al realizarse en el mismo acto quirúrgico que la mastectomía, obtiene mejores resultados (los tejidos no pierden elasticidad) y unos beneficios psicológicos y de autoestima evidentes, pues las pacientes no se ven en ningún momento sin la mama o mamas extirpadas, lo que contribuye a su recuperación", indican desde la SECPRE. Salió reconstruída del quirófano ese mismo día, pero al mes tuvo una necrosis en la piel y su cuerpo rechazó la prótesis.
[...]
Maribel lleva más de año y medio esperando a que le den cita en quirófano. "Cuando me quitaron la prótesis en 2014 el cirujano me dijo que no me preocupase porque a los seis meses se podría reconstruir". Ella le creyó, pero los seis meses se alargaron hasta hoy. "Pasado el medio año volví a la consulta y el cirujano me dijo que la lista de espera para las reconstrucciones era como mínimo de dos años y medio". Ella no podía esperar tanto y en otoño de 2015 regresó de nuevo a la consulta en L'Hospital Universitari de Bellvitge, en l'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), en busca de respuestas. Lo que encontró fue un "lo sentimos, no hay quirófanos por la crisis, más no podemos hacer", recuerda. "El cirujano me dijo entonces que mi nombre seguía en una lista de espera de más de dos años y medio, ¿cómo era posible que después de un año y medio desde que me quitaron la prótesis yo tuviera que empezar otra vez de cero? Eso son cuatro años de espera, está fuera de lugar".
Cuando los recursos son escasos, es necesario priorizar. No entiendo cómo nos planteamos invertir recursos en cambios de sexo cuando tenemos la Sanidad hecha unos zorros y a gente desesperada... Y coloco este ejemplo porque va muy en la línea de los problemas psicológicos de no sentirse completo o no reconocer tu propio cuerpo.
Yo creo que el artículo está muy bien traído, muy en la línea de lo que comentábamos, las consecuencias psicológicas derivadas de una disfunción, ya sea de nacimiento o adquirida, como sería este caso y es necesario retomar el tema en el mismo punto, la salud mental.
El hecho de que se decida cubrir las intervenciones de cambio de sexo no quiere decir que no vayan a existir listas de espera, en realidad no sé que especialistas cubren esas intervenciones pero como sean ginecólogos o urólogos, aquí en Valencia, ya os digo que hay lista de espera, por propia experiencia. Si todo ese tiempo que pasas esperando para ser intervenida tuvieras la posibilidad de tener una terapia psicológica que te ayudara a superar el momento ¿No crees que sería ventajoso para todos? ¿nos podemos hacer una idea de cómo se siente una persona que ha pasado por un cáncer y a diario, cada vez que se mira, lo revive? Pues eso es lo más penoso, que ni siquiera tienen esa posiblidad porque la especializada de psicología no está reconocida en la sanidad pública y lo compensan, en el mejor de los casos, hinchando a medicación a las personas para tenerlas tranquilitas, a eso se limita el tema. En el caso de las personas transexuales la cosa ni siquiera está garantizada que mejore con la intervención, la estigmatización y las fobias sociales hacia ese colectivo no las evitará con la operación, tampoco la discriminación a la hora de acceder a un empleo, en sus relaciones sociales, familiares o en su participación social y eso, sin duda, genera, cuanto menos, transtornos ansioso-depresivos, que volvemos a lo mismo, en vez de atenderlos adecuadamente los volverán a compensar con más medicación y cuidado, no siempre con las pruebas diagnósticas que requiere el tratamiento porque la depresión es una disminución de serotonina detectable en una prueba que nunca hacen, tristona, llorona y sin ganas de nada y ya está diagnosticada, paroxetina y a escuchar campanitas.
Para mi, si es necesario priorizar y no podemos asumir, de momento, el cambio de sexo de las personas transexuales, deberíamos empezar por atender adecuadamente a estas personas con una atención a su salud mental correcta y bien diagnosticada y, sobre todo, tratada con terapia psicológica porque en muchísimos casos es más un problema cognitivo-conductual que de tratamientos con fármacos. Por lo tanto, servicio de psicología en todas las instituciones sanitarias, con una frecuencia de visitas semanal que vaya disminuyendo con la mejoría de la persona y, sobre todo, programas de sensibilización social porque las personas con problemas de salud mental tienen dos problemas, el propio de su enfermedad y el sufrimiento que les genera la falta de comprensión de la sociedad. Y aquí no me limito a personas transexuales sino a toda la ciudadanía porque nadie está exento de sufrir una enfermedad mental, nadie, por muy fuertotes que nos creamos.
Deseo ser breve. Cito su mensaje en particular porque deseo señalar un par de aspectos que usted ha citado, pero está dirigido en general.
La OMS usa el término anacrónico de "enfermedad" para la transexualidad. Sin embargo en todos los manuales de diagnóstico y compwndios de psiquiatría la transexualidad ya no es considerada como tal. Es cierto, por otra parte, que existen ciertas noxas que pueden provocar disfunciones mentales en el individuo que no acepta su identidad, su género, su sexo y por ello necesitar primero, valoración por el profesional pertinente y segundo, en caso de necesitarlo, actuar sobre su trastorno. Por eso la disforia de género sigue encuadrada en la categoría de enfermedades mentales.
No todos los transexuales necesitan tratamiento psicológico pues la gran mayoría acepta su estado de la forma más normalizada. (Eso no quiere decir que no quieran operarse).
La incursión de el cambio de sexo en las garantías cubiertas por nuestro sistema de salud, por lo menos y siendo muy generoso, creará una lista de espera de por lo menos dos años, a los que hay que añadir el tiempo de las pruebas clínicas necesarias para llevar la operación a buen término. Porque antes hay que hacer una valoración psíquica del individuo para observar si no es un deseo pasajero y si su identidad está verdaderamente en conflicto. No sería el primero ni la última que, una vez acabado el proceso, se arrepiente. (Siempre estoy aludiendo a todo lo relacionado con el sistema público de salud. Lo que se haga en el privado es otro tema).
He leído, en algún comentario anterior, que en este país existen problemas a la hora de internar a los enfermos mentales en instituciones adecuadas a sus trastornos. Yo creo, es más acertado en este caso decir sé, que los problemas siempre vienen derivados de nuestro ordenamiento jurídico. Personalmente creo que es el más acertado para evitar conductas que anteriormente en otros tiempos se vieron negligentes y usadas para quitarse del medio a individuos. Y aunque nos cueste aceptarlo y salvo que un juez diga lo contrario, nadie puede estar retenido en contra de su voluntad. Si algún familiar necesita que la persona que está a su cargo sea ingresada y este no lo desea, siempre puede pedir la incapacidad y tutela ante un juez en el marco de un procedimiento judicial ante los Juzgados de Primera Instancia del domicilio del presunto incapaz. Y una vez obtenida la tutela y bajo la peritación de un profesional adecuado, obtener una autorización judicial para su internamiento. El problema surge que estas acciones en la mayoría de los casos no son deseadas por los padres o familiares del enfermo y ante estas circunstancias nada se puede hacer.
Después está el hecho de la evolución del paciente tras la prescripción y seguimiento de un tratamiento que en en muchas ocasiones es aconsejable seguirlos en marcos ajenos a las instituciones psiquiátricas.
A partir de este punto es opinión personal solamente.
Como ya se ha expresado por aquí, cada uno ve como de extrema necesidad lo que a él como sujeto le afecta o le puede afectar. Independientemente de la razón que le asiste a este argumento, pienso que hay que actuar primeramente sobre las enfermedades que realmente pueden ser incapacitantes de modo seguro. Después se actuará sobre lo demás si los recursos sobran. Y la transexualidad ahora mismo y salvo trastornos asociados anteriormente mencionados, no lo es.
Un saludo.
PD. Edito. Por cierto. ¿Qué tal su padre Sra. Kalea?