Capitalismo VS socialismo
Publicado: 22 Nov 2024 01:32
A lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido distintos modos de producción: esclavismo, feudalismo y capitalismo. Pretendo aquí abrir el debate de si el capitalismo es el sistema económico definitivo de la humanidad o si, por el contrario, y al igual que los anteriores, está destinado a ser superado por algún otro.
En mi opinión, el capitalismo es un sistema inestable basado en la explotación económica de una clase social mayoritaria (los trabajadores) por otra minoritaria y privilegiada (la burguesía), y como tal es esencialmente injusto. Por supuesto cuenta con ventajas (libertad económica, libre competencia, incentivos, etc.), pero también tiene una serie de defectos y problemas que le imposibilitan como candidato a ser el sistema económico último y definitivo del ser humano.
Dichos problemas son:
- Desigualdad. Como consecuencia de la explotación laboral la riqueza de la sociedad tiende siempre a acumularse en manos de la clase empresarial mientras los trabajadores se mantienen, en la mayor parte de las ocasiones, en una suerte de pobreza permanente. En ausencia de políticas redistributivas por parte del Estado (contra las que la clase empresarial presionará tenazmente) o de cualquier medida de presión contra los empresarios, los salarios se estancan o incluso disminuyen mientras, como consecuencia, los beneficios empresariales aumentan. El resultado es que los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los pobres se empobrecen aún más, y el llamado ascensor social, un fenómeno ya exiguo de por sí, desaparece del todo.
- Concentración del capital. A medida que los empresarios acumulan ganancias, eliminan a sus competidores y reinvierten su capital en crear nuevas empresas o en adquirir otras, un proceso que se acelera en momentos de crisis económica en los que las pequeñas y medianas empresas no son capaces de sobrevivir y son absorbidas o eliminadas por las grandes. Así, la propiedad se concentra en una minoría cada vez más reducida y los mercados tienden hacia el oligopolio. Esa minoría no sólo ve aumentado su poder económico sino también, y en consecuencia, su poder político, lo que a su vez implica que los gobiernos sean cada vez más favorables a adoptar políticas que tiendan a aumentar aún más el poder económico de los empresarios a costa de los intereses de los trabajadores, consumidores y ciudadanos en general.
- Crisis económicas. La misma esencia del capitalismo, el hecho de que esté regido por las fuerzas del mercado, provoca de forma invariable que la economía pase alternativamente por distintos ciclos de expansión y contracción, y que éstos últimos se conviertan de forma inevitable en duras crisis. Durante las mismas se destruye en gran parte la actividad económica, cerrando empresas y multiplicándose el desempleo. Millones de personas se abocan a la pobreza y la miseria, con todo el deterioro económico y social que ello implica.
- Desempleo. Incluso en ausencia de crisis económicas, en el capitalismo las fuerzas productivas de la sociedad no se aprovechan al máximo por cuanto generalmente suele darse un cierto nivel de desempleo estructural. Además, el hecho de que la demanda de empleo supere habitualmente a la oferta asegura a los empresarios la estabilidad de los salarios y un cierto nivel de presión psicológica sobre los trabajadores, lo que favorece su docilidad laboral.
- Incapacidad de satisfacer necesidades sociales básicas. La economía de mercado asigna los bienes y servicios producidos por la sociedad a quienes los demandan, pero el concepto de "demanda" se entiende únicamente como capacidad de compra; no adquieren bienes y servicios quienes los deseen o quienes los necesiten, sino sólo quienes tengan el poder adquisitivo necesario para poder comprarlos. El resultado de ello es que parte de la sociedad no puede acceder a determinados bienes sólo porque no tiene el suficiente poder adquisitivo, con independencia de la necesidad que pueda tener de tales bienes o de la cantidad de éstos que se hayan producido. Por ejemplo, en España gran parte de la sociedad no puede acceder a una vivienda a pesar de haber alrededor de tres millones de viviendas vacías y sin uso en el país. Sin duda el ejemplo más evidente (y trágico) de este problema son los miles de personas con necesidades económicas que hacen cola para recibir comida por parte de las organizaciones benéficas, mientras los supermercados tiran diariamente a la basura los miles de toneladas de comida que no han podido vender. El mercado no tiene per se ningún mecanismo que solucione este problema, y los Estados rara vez lo hacen so pena de ser acusados de interferir en las sacrosantas reglas del mercado.
- Inflación. Que la fluctuación de los precios esté determinada por los mercados, a su vez dominados en gran medida por diferentes oligopolios de empresas que tienden a acordar (siquiera implícitamente) estrategias para maximizar sus beneficios, supone generalmente una subida constante y continuada del coste de la mayoría de bienes y servicios, mientras que los sueldos de los trabajadores se mantienen estables. El resultado es que el poder adquisitivo de los trabajadores tiende a disminuir y su pobreza aumenta, fenómeno que, como es natural, suele ser causa de conflictividad social.
- Especulación. El hecho de que los precios de los bienes y servicios estén sometidos al mercado también es la causa directa de la especulación, el fenómeno según el cual determinados agentes económicos compran mercancías con el único fin de revenderlas posteriormente previendo que su precio va a subir más tarde y así obtener un beneficio económico en esa transacción. La especulación no sólo se aprovecha de las fluctuaciones de precios, sino que contribuye a las mismas, de tal manera que se produce una profecía autocumplida en la que el precio de un determinado bien aumenta precisamente porque se cree que va a aumentar y se actúa en consecuencia. Nos encontramos así con todo un sector de la actividad económica que no sólo no es productivo en absoluto, sino que además utiliza con frecuencia los bienes más básicos (como la vivienda o los alimentos) para distorsionar la actividad económica general.
- Economía de casino. La especulación se extiende a todos los aspectos de la economía, incluso a sus mismas bases, puesto que las grandes empresas son sociedades anónimas en manos de una multitud de accionistas cuyos títulos de propiedad también se venden y se compran en la bolsa de valores. Eso significa que el precio de las acciones de una determinada empresa (o de toda la bolsa en su conjunto) pueden aumentar o disminuir no en función de la fortaleza de la misma, sino simplemente en virtud de meros movimientos especulativos, y sin importar si éstos llegan a arruinar a las empresas (y dejar en desempleo a miles de personas) o incluso a un país entero.
- Cortoplacismo e individualismo. El mercado está formado por innumerables agentes económicos (productores y consumidores) que actúan libremente por su cuenta, sin que exista ninguna instancia superior que sea capaz de armonizarlos, de tal manera que actúan generalmente anteponiendo sus propios intereses a los de la sociedad en su conjunto. Además, la propia naturaleza del sistema económico tiende a priorizar el beneficio inmediato, al margen de cuáles puedan ser los resultados a más largo plazo. Cualquier previsión económica se vuelve tanto más insegura cuanto más ampliamos la perspectiva del análisis.
- Necesidad de aumento constante de beneficios. Para mantener y aumentar la confianza de los inversores y accionistas, a los consejos de administración de las grandes empresas no les basta con presentar una cuenta de resultados con beneficios netos: es imprescindible superar una y otra vez los beneficios obtenidos en ejercicios económicos anteriores. La necesidad de aumentar constantemente los beneficios llega siempre a un punto en el que la única forma de alcanzar nuevos récords es disminuyendo costes, lo que generalmente se hace a través de dos vías: reduciendo los costes laborales (eliminación de puestos de trabajo, precarización del empleo, disminución de salarios de los trabajadores…) y/o reduciendo otro tipo de costes (por ejemplo en materias primas), lo que por regla general conlleva una pérdida de calidad de los bienes o servicios producidos .
- Ineficiencia productiva. La propia naturaleza del capitalismo, la necesidad de mantener y aumentar constantemente los beneficios empresariales, obliga en consecuencia a mantener y elevar el nivel de consumo por parte de los ciudadanos, lo que fomenta la fabricación de bienes y productos de usar y tirar frente a otros más duraderos y sostenibles. Esa necesidad de consumo constante es también la causa de que existan sectores económicos absolutamente improductivos que sólo tienen como fin influir psicológicamente en el consumo de las masas (la publicidad), o de otros fenómenos aún más ineficientes como la obsolescencia programada.
- Ineficiencia de la empresa privada y del mercado. La empresa privada suele carecer de los recursos, la paciencia y la voluntad necesarias para llevar a cabo las grandes inversiones a largo plazo que son imprescindibles a la hora de aprovechar determinados sectores económicos. Esa es la razón de que una buena parte del sector privado tenga su origen en la privatización de grandes empresas públicas, una vez que éstas han llevado a cabo dichas inversiones. Empresas privadas de energía, de transporte, etc. sólo pueden existir y competir en el mercado en la medida en que el Estado haya invertido antes en las infraestructuras y medios necesarios para ellas, como por ejemplo en una red eléctrica o en una red de ferrocarril. Es un fenómeno universal aplicable prácticamente a cualquier sector; Internet, por ejemplo, necesitó de varias décadas de investigación y desarrollo pagados con fondos públicos a través del Departamento de Defensa estadounidense antes de privatizarse y poder dejarse en manos del mercado. Por otro lado, la empresa privada tampoco es eficaz por sí misma a largo plazo, puesto que tiende siempre a la quiebra cuando compite con otras empresas. De ahí que el Estado permanentemente se vea obligado a olvidar las leyes del libre mercado para salvar de diversos modos a la empresa privada: aranceles a la competencia extranjera, subvenciones y ayudas directas o indirectas, nacionalizaciones temporales para que el sector público pueda asumir las pérdidas antes de privatizar de nuevo, etc. Sin ir más lejos, un sector económico tan representativo de la industria capitalista como el automovilístico depende constantemente de todo tipo de subvenciones públicas que le impiden arruinarse, y una empresa icónica como General Motors ha llegado a ser rescatada de la quiebra por el gobierno estadounidense varias veces a lo largo de su historia. Probablemente el ejemplo más evidente a este respecto sea el del sistema bancario privado: sólo pervive porque periódicamente el Estado acude siempre en su ayuda para rescatarlo de la ruina, y su modelo de negocio no podría mantenerse de no ser porque también es la solvencia del Estado la que respalda en último término los depósitos bancarios. La ineficiencia de la empresa privada es tan obvia que ni siquiera al mayor partidario del mercado se le ocurre poner en manos del mismo o de la empresa privada determinados servicios públicos tan indispensables para la sociedad como los bomberos o la policía.
- Autoritarismo empresarial. La empresa capitalista, al ser de propiedad privada, está dotada de una estructura jerárquica piramidal en cuya cima se encuentra el propietario de la empresa y cuya base está formada por sus trabajadores. Las órdenes emanan siempre de arriba hacia abajo, sin que los trabajadores tengan voz ni voto en ningún aspecto de su propio trabajo o de la empresa en la que participan. Los consejos de administración de las empresas sólo responden ante la asamblea de accionistas, nunca ante sus trabajadores o la propia sociedad, con independencia de cuáles puedan ser las consecuencias laborales o sociales de las decisiones que toman.
- Externalidades negativas. La explotación capitalista de los recursos naturales genera daños ecológicos que el sistema económico en sí no tiene forma de evitar, si no es siendo obligado por regulaciones estatales. La contaminación ambiental, la generación continua de residuos o la degradación de los espacios naturales son ejemplos de ello. Además, el sistema tiende a considerar a la propia naturaleza y a los animales como meros recursos económicos destinados a ser explotados lo máximo posible con el fin de aumentar los beneficios empresariales, sin importar los daños medioambientales o el sufrimiento ocasionado en el resto de seres.
- Automatización del trabajo. La posibilidad de que el trabajo fuese automatizado de tal manera que los obreros no fuesen necesarios sería una bendición en una sociedad que funcionase racionalmente, dado que la producción se distribuiría entre una población ociosa que podría dedicar su energía y su tiempo en otras tareas más elevadas como la ciencia o el arte. En el capitalismo, en cambio, existe el peligro de que el desarrollo de la inteligencia artificial y los modernos avances en robótica dejen sin empleo y sin sustento a millones de personas.
- Imperialismo y guerras. Las empresas privadas tienden siempre a expandir su actividad económica por todo el mundo y a luchar por las diferentes oportunidades de inversión en el extranjero. A medida que la oligarquía empresarial de una gran potencia influye en el gobierno de ésta, dicha potencia tenderá a asumir posiciones imperialistas que puedan abrir posibilidades de negocio en los países dominados por ella. Así, los choques y conflictos bélicos se hacen prácticamente inevitables, no sólo contra los países más débiles sino también entre grandes potencias competidoras. Sin olvidar que la industria armamentística constituye un sector económico privado como cualquier otro, necesitado también de beneficios y por tanto de conflictos armados con los que poder dar salida a sus productos.
En mi opinión, el capitalismo es un sistema inestable basado en la explotación económica de una clase social mayoritaria (los trabajadores) por otra minoritaria y privilegiada (la burguesía), y como tal es esencialmente injusto. Por supuesto cuenta con ventajas (libertad económica, libre competencia, incentivos, etc.), pero también tiene una serie de defectos y problemas que le imposibilitan como candidato a ser el sistema económico último y definitivo del ser humano.
Dichos problemas son:
- Desigualdad. Como consecuencia de la explotación laboral la riqueza de la sociedad tiende siempre a acumularse en manos de la clase empresarial mientras los trabajadores se mantienen, en la mayor parte de las ocasiones, en una suerte de pobreza permanente. En ausencia de políticas redistributivas por parte del Estado (contra las que la clase empresarial presionará tenazmente) o de cualquier medida de presión contra los empresarios, los salarios se estancan o incluso disminuyen mientras, como consecuencia, los beneficios empresariales aumentan. El resultado es que los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los pobres se empobrecen aún más, y el llamado ascensor social, un fenómeno ya exiguo de por sí, desaparece del todo.
- Concentración del capital. A medida que los empresarios acumulan ganancias, eliminan a sus competidores y reinvierten su capital en crear nuevas empresas o en adquirir otras, un proceso que se acelera en momentos de crisis económica en los que las pequeñas y medianas empresas no son capaces de sobrevivir y son absorbidas o eliminadas por las grandes. Así, la propiedad se concentra en una minoría cada vez más reducida y los mercados tienden hacia el oligopolio. Esa minoría no sólo ve aumentado su poder económico sino también, y en consecuencia, su poder político, lo que a su vez implica que los gobiernos sean cada vez más favorables a adoptar políticas que tiendan a aumentar aún más el poder económico de los empresarios a costa de los intereses de los trabajadores, consumidores y ciudadanos en general.
- Crisis económicas. La misma esencia del capitalismo, el hecho de que esté regido por las fuerzas del mercado, provoca de forma invariable que la economía pase alternativamente por distintos ciclos de expansión y contracción, y que éstos últimos se conviertan de forma inevitable en duras crisis. Durante las mismas se destruye en gran parte la actividad económica, cerrando empresas y multiplicándose el desempleo. Millones de personas se abocan a la pobreza y la miseria, con todo el deterioro económico y social que ello implica.
- Desempleo. Incluso en ausencia de crisis económicas, en el capitalismo las fuerzas productivas de la sociedad no se aprovechan al máximo por cuanto generalmente suele darse un cierto nivel de desempleo estructural. Además, el hecho de que la demanda de empleo supere habitualmente a la oferta asegura a los empresarios la estabilidad de los salarios y un cierto nivel de presión psicológica sobre los trabajadores, lo que favorece su docilidad laboral.
- Incapacidad de satisfacer necesidades sociales básicas. La economía de mercado asigna los bienes y servicios producidos por la sociedad a quienes los demandan, pero el concepto de "demanda" se entiende únicamente como capacidad de compra; no adquieren bienes y servicios quienes los deseen o quienes los necesiten, sino sólo quienes tengan el poder adquisitivo necesario para poder comprarlos. El resultado de ello es que parte de la sociedad no puede acceder a determinados bienes sólo porque no tiene el suficiente poder adquisitivo, con independencia de la necesidad que pueda tener de tales bienes o de la cantidad de éstos que se hayan producido. Por ejemplo, en España gran parte de la sociedad no puede acceder a una vivienda a pesar de haber alrededor de tres millones de viviendas vacías y sin uso en el país. Sin duda el ejemplo más evidente (y trágico) de este problema son los miles de personas con necesidades económicas que hacen cola para recibir comida por parte de las organizaciones benéficas, mientras los supermercados tiran diariamente a la basura los miles de toneladas de comida que no han podido vender. El mercado no tiene per se ningún mecanismo que solucione este problema, y los Estados rara vez lo hacen so pena de ser acusados de interferir en las sacrosantas reglas del mercado.
- Inflación. Que la fluctuación de los precios esté determinada por los mercados, a su vez dominados en gran medida por diferentes oligopolios de empresas que tienden a acordar (siquiera implícitamente) estrategias para maximizar sus beneficios, supone generalmente una subida constante y continuada del coste de la mayoría de bienes y servicios, mientras que los sueldos de los trabajadores se mantienen estables. El resultado es que el poder adquisitivo de los trabajadores tiende a disminuir y su pobreza aumenta, fenómeno que, como es natural, suele ser causa de conflictividad social.
- Especulación. El hecho de que los precios de los bienes y servicios estén sometidos al mercado también es la causa directa de la especulación, el fenómeno según el cual determinados agentes económicos compran mercancías con el único fin de revenderlas posteriormente previendo que su precio va a subir más tarde y así obtener un beneficio económico en esa transacción. La especulación no sólo se aprovecha de las fluctuaciones de precios, sino que contribuye a las mismas, de tal manera que se produce una profecía autocumplida en la que el precio de un determinado bien aumenta precisamente porque se cree que va a aumentar y se actúa en consecuencia. Nos encontramos así con todo un sector de la actividad económica que no sólo no es productivo en absoluto, sino que además utiliza con frecuencia los bienes más básicos (como la vivienda o los alimentos) para distorsionar la actividad económica general.
- Economía de casino. La especulación se extiende a todos los aspectos de la economía, incluso a sus mismas bases, puesto que las grandes empresas son sociedades anónimas en manos de una multitud de accionistas cuyos títulos de propiedad también se venden y se compran en la bolsa de valores. Eso significa que el precio de las acciones de una determinada empresa (o de toda la bolsa en su conjunto) pueden aumentar o disminuir no en función de la fortaleza de la misma, sino simplemente en virtud de meros movimientos especulativos, y sin importar si éstos llegan a arruinar a las empresas (y dejar en desempleo a miles de personas) o incluso a un país entero.
- Cortoplacismo e individualismo. El mercado está formado por innumerables agentes económicos (productores y consumidores) que actúan libremente por su cuenta, sin que exista ninguna instancia superior que sea capaz de armonizarlos, de tal manera que actúan generalmente anteponiendo sus propios intereses a los de la sociedad en su conjunto. Además, la propia naturaleza del sistema económico tiende a priorizar el beneficio inmediato, al margen de cuáles puedan ser los resultados a más largo plazo. Cualquier previsión económica se vuelve tanto más insegura cuanto más ampliamos la perspectiva del análisis.
- Necesidad de aumento constante de beneficios. Para mantener y aumentar la confianza de los inversores y accionistas, a los consejos de administración de las grandes empresas no les basta con presentar una cuenta de resultados con beneficios netos: es imprescindible superar una y otra vez los beneficios obtenidos en ejercicios económicos anteriores. La necesidad de aumentar constantemente los beneficios llega siempre a un punto en el que la única forma de alcanzar nuevos récords es disminuyendo costes, lo que generalmente se hace a través de dos vías: reduciendo los costes laborales (eliminación de puestos de trabajo, precarización del empleo, disminución de salarios de los trabajadores…) y/o reduciendo otro tipo de costes (por ejemplo en materias primas), lo que por regla general conlleva una pérdida de calidad de los bienes o servicios producidos .
- Ineficiencia productiva. La propia naturaleza del capitalismo, la necesidad de mantener y aumentar constantemente los beneficios empresariales, obliga en consecuencia a mantener y elevar el nivel de consumo por parte de los ciudadanos, lo que fomenta la fabricación de bienes y productos de usar y tirar frente a otros más duraderos y sostenibles. Esa necesidad de consumo constante es también la causa de que existan sectores económicos absolutamente improductivos que sólo tienen como fin influir psicológicamente en el consumo de las masas (la publicidad), o de otros fenómenos aún más ineficientes como la obsolescencia programada.
- Ineficiencia de la empresa privada y del mercado. La empresa privada suele carecer de los recursos, la paciencia y la voluntad necesarias para llevar a cabo las grandes inversiones a largo plazo que son imprescindibles a la hora de aprovechar determinados sectores económicos. Esa es la razón de que una buena parte del sector privado tenga su origen en la privatización de grandes empresas públicas, una vez que éstas han llevado a cabo dichas inversiones. Empresas privadas de energía, de transporte, etc. sólo pueden existir y competir en el mercado en la medida en que el Estado haya invertido antes en las infraestructuras y medios necesarios para ellas, como por ejemplo en una red eléctrica o en una red de ferrocarril. Es un fenómeno universal aplicable prácticamente a cualquier sector; Internet, por ejemplo, necesitó de varias décadas de investigación y desarrollo pagados con fondos públicos a través del Departamento de Defensa estadounidense antes de privatizarse y poder dejarse en manos del mercado. Por otro lado, la empresa privada tampoco es eficaz por sí misma a largo plazo, puesto que tiende siempre a la quiebra cuando compite con otras empresas. De ahí que el Estado permanentemente se vea obligado a olvidar las leyes del libre mercado para salvar de diversos modos a la empresa privada: aranceles a la competencia extranjera, subvenciones y ayudas directas o indirectas, nacionalizaciones temporales para que el sector público pueda asumir las pérdidas antes de privatizar de nuevo, etc. Sin ir más lejos, un sector económico tan representativo de la industria capitalista como el automovilístico depende constantemente de todo tipo de subvenciones públicas que le impiden arruinarse, y una empresa icónica como General Motors ha llegado a ser rescatada de la quiebra por el gobierno estadounidense varias veces a lo largo de su historia. Probablemente el ejemplo más evidente a este respecto sea el del sistema bancario privado: sólo pervive porque periódicamente el Estado acude siempre en su ayuda para rescatarlo de la ruina, y su modelo de negocio no podría mantenerse de no ser porque también es la solvencia del Estado la que respalda en último término los depósitos bancarios. La ineficiencia de la empresa privada es tan obvia que ni siquiera al mayor partidario del mercado se le ocurre poner en manos del mismo o de la empresa privada determinados servicios públicos tan indispensables para la sociedad como los bomberos o la policía.
- Autoritarismo empresarial. La empresa capitalista, al ser de propiedad privada, está dotada de una estructura jerárquica piramidal en cuya cima se encuentra el propietario de la empresa y cuya base está formada por sus trabajadores. Las órdenes emanan siempre de arriba hacia abajo, sin que los trabajadores tengan voz ni voto en ningún aspecto de su propio trabajo o de la empresa en la que participan. Los consejos de administración de las empresas sólo responden ante la asamblea de accionistas, nunca ante sus trabajadores o la propia sociedad, con independencia de cuáles puedan ser las consecuencias laborales o sociales de las decisiones que toman.
- Externalidades negativas. La explotación capitalista de los recursos naturales genera daños ecológicos que el sistema económico en sí no tiene forma de evitar, si no es siendo obligado por regulaciones estatales. La contaminación ambiental, la generación continua de residuos o la degradación de los espacios naturales son ejemplos de ello. Además, el sistema tiende a considerar a la propia naturaleza y a los animales como meros recursos económicos destinados a ser explotados lo máximo posible con el fin de aumentar los beneficios empresariales, sin importar los daños medioambientales o el sufrimiento ocasionado en el resto de seres.
- Automatización del trabajo. La posibilidad de que el trabajo fuese automatizado de tal manera que los obreros no fuesen necesarios sería una bendición en una sociedad que funcionase racionalmente, dado que la producción se distribuiría entre una población ociosa que podría dedicar su energía y su tiempo en otras tareas más elevadas como la ciencia o el arte. En el capitalismo, en cambio, existe el peligro de que el desarrollo de la inteligencia artificial y los modernos avances en robótica dejen sin empleo y sin sustento a millones de personas.
- Imperialismo y guerras. Las empresas privadas tienden siempre a expandir su actividad económica por todo el mundo y a luchar por las diferentes oportunidades de inversión en el extranjero. A medida que la oligarquía empresarial de una gran potencia influye en el gobierno de ésta, dicha potencia tenderá a asumir posiciones imperialistas que puedan abrir posibilidades de negocio en los países dominados por ella. Así, los choques y conflictos bélicos se hacen prácticamente inevitables, no sólo contra los países más débiles sino también entre grandes potencias competidoras. Sin olvidar que la industria armamentística constituye un sector económico privado como cualquier otro, necesitado también de beneficios y por tanto de conflictos armados con los que poder dar salida a sus productos.