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La amnistía es la derrota del Procés
Jordi Xargayó
16 MAR 2024 6:30
El nacionalismo catalán domina el relato como los ángeles y tiene la habilidad de presentarlo todo como una victoria, pero una de las muchas lecturas que puede extraerse de la Ley de Amnistía es que el independentismo ha perdido. Si querías proclamar la independencia de Catalunya, no has conseguido nada, nadie te ha reconocido y acabas pidiendo clemencia (la amnistía) a tu mayor "enemigo", el gobierno español, estás reconociendo la derrota. Así lo han entendido también los sectores más radicales del independentismo, que están que muerden. Bastaba con leer, el día que se aprobó la ley en la Comisión de Justicia, los tuits que aparecían en la cuenta de Carles Puigdemont en la red X (antes Twitter): «Te respeté y mucho, creí en ti. Pero ahora te digo que nunca olvidaré la traición que has hecho al pueblo (...) Demasiado poco habéis sufrido. Cuando os juzguemos a los catalanes no seremos tan indulgentes como tus amigos ñoles (...) ¿Tanta letra para decir que se han rendido? (...) Si hubiéramos declarado la independencia no habría sido necesario negociar ninguna amnistía (...) Sois traidores (...) La mejor ley de amnistía es la independencia. El resto bla-bla-bla». Estos tuits son sólo una pequeña muestra. Siembra vientos y recoge temepstades, después de tantos años engañando a la parroquia.
El proceso no ha terminado, como habían anunciado, ni con la independencia, ni con una sentencia de un tribunal europeo avergonzando a España. Puigdemont, Junqueras y todo el independentismo catalán se han pasado años vaticinando que Europa pondría a España en su sitio, que la Justicia europea tumbaría todas las resoluciones judiciales españolas, etcétera. Al contrario. Los únicos reveses contra los tribunales españoles han sido de juzgados ordinarios que han denegado las extradiciones por delitos que no tenían equivalencia en sus Códigos Penales, por lo que Puigdemont acudió a Bélgica, un peculiar país que ni extradía terroristas de ETA con delitos de sangre. Sin embargo, en enero del pasado año el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó que Bélgica debía entregar a los líderes del proceso a menos que constate «deficiencias sistémicas o generalizadas en la justicia española».
La Justicia europea aún no se ha pronunciado sobre los juicios y condenas a los líderes del proceso, pero hasta la fecha todas las sentencias emitidas han dado la razón a España. Cito algunos ejemplos:
1. El Tribunal General de la UE retiró el pasado mes de julio la inmunidad de Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, cuyo caso está recurrido al Tribunal de Justicia.
2. El Tribunal de Derechos Humanos archivó dos demandas contra España por la actuación policial el 1-O;
3. Tampoco admitió a trámite un recurso de Carme Forcadell y otros 75 miembros del Parlament contra la decisión del Constitucional de suspender cautelarmente la celebración de un pleno;
4. El Tribunal de Justicia desestimó el recurso de casación presentado por Oriol Junqueras sobre la decisión del presidente de la Eurocámara, David Sasoli, de declarar vacante su escaño.
Incluso la Comisión de Venecia, del Consejo de Europa, emitió un dictamen rechazando cualquier referendo en Cataluña fuera de la Constitución española.
El incombustible Toni Castellà, portavoz del Consejo de la República, diputado de Junts en el Parlament, y uno de los hombres de máxima confianza de Carles Puigdemont, lanzaba el pasado mes de junio estas amenazas: «Empezamos la contraofensiva independentista. El 23-J ocupemos las instituciones españolas y bloqueémoslas. Tienen que acatar el derecho de autodeterminación de Catalunya y no vamos a detenernos hasta doblegarlos»; ahora su formación ha suplicado y votado la Ley de Amnistía. Seguro que el mundo independentista continuará con su discurso de unilateralidad, de mandato del 1 de octubre, derrochará dinero público, desafiará al Gobierno español, seguirá mareando la perdiz para mandar a Catalunya aún más a la deriva, e incluso Puigdemont puede dar un golpe de efecto haciéndose detener, pero la realidad es que la presunta proclamación de la independencia ha terminado con una petición de amnistía. Lo que vendrá a partir de ahora se desconoce. Quedó claro que la amnistía sólo incluía la investidura. La duda radica en saber hasta dónde estar dispuesto a ceder a Pedro Sánchez para continuar en la Moncloa tras este nuevo giro de guión que supone el adelanto electoral en Catalunya con la amnistía ya aprobada. ¡Qué envidia de países como Suiza que destacan por su aburrida política!