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Fran Hervías: el "señor Lobo" de Ciudadanos intenta resistir
Fran Hervías (Tossa de Mar, Girona, 1983) no quería irse y al final ha logrado quedarse, al menos durante unos meses, pese a haber anunciado su dimisión hace unos días como secretario de Organización en una sentida carta de despedida. El presidente del Consejo General, Manuel García Bofill, en su reunión de este sábado, ha decidido contar con él en la gestora que acaba de ser nombrada para preparar el próximo congreso extraordinario de marzo, en el que, salvo sorpresas, se entronizará a Inés Arrimadas como nueva líder de Ciudadanos.
Con solo 36 años el hasta ahora todopoderoso secretario de Organización de Ciudadanos anunció el lunes pasado que dejaba su cargo, al igual que antes lo habían hecho otros compañeros, empezando por el propio Albert Rivera, como consecuencia de la hecatombe sufrida en las elecciones generales del 10 de noviembre.
Su marcha después de más de cinco años controlando con mano férrea los hilos de su área ejecutiva, causó más alivio que tristeza entre una militancia que desde hacía días exigía su cabeza y entre la que no cosecha muchas simpatías. Cuando todas las señales apuntaban hacia él, la propia dirección orquestó una campaña en su defensa a través de Twitter, según denunciaron grupos de afiliados. Esos movimientos de apoyo y las insinuaciones que había ido dejando caer los días anteriores en la red el propio Hervías apuntaban a que quería resistir en su puesto. Y de alguna manera así ha sido, aunque su resurgimiento de momento será por un breve periodo de tiempo, los cuatro meses escasos de mandato de la gestora, que se disolverá en marzo en cuanto haya sido elegida una nueva dirección. Su futuro quedará entonces en manos de Arrimadas.
De hecho, entre los dirigentes consultados son muchos los que no descartan que Hervías consiga también entrar en la nueva Ejecutiva de la jerezana, aunque sea en un área diferente de la que ha dirigido hasta ahora, o quizá como asesor.
"Personalmente, estoy a disposición de mi partido para seguir aportando mi granito de arena, para que Ciudadanos siga siendo un partido fuerte, unido, con una única voz y anteponiendo siempre el interés de España y los españoles al de las siglas políticas. Juntos volveremos a conseguirlo", escribió en el que parecía su adiós.
En el haber de Hervías queda la gran expansión territorial lograda por Ciudadanos desde que en 2015 Rivera decidió que era la hora de dar el salto definitivo a la política nacional. Él fue el encargado de articular la nueva estructura del partido y en un tiempo récord logró su implantación en casi todas las provincias españolas y en más de un millar de municipios. "Fran se recorrió España y se dejó la piel en su trabajo. El partido le debe mucho", recuerdaba uno de sus compañeros que el otro día le 'despedían' en Twitter.
Pero también deja un amplio listado de víctimas. Apodado internamente "señor Lobo", por ser, como el personaje de la película Pulp Fiction, el encargado de 'limpiar' los desaguisados del partido y de apagar los fuegos internos, el hasta ahora número tres de Rivera siempre ha preferido estar en la sombra, como dictan los manuales de fontanería política. Desde ahí ha movido los hilos y ahora en estos meses los seguirá moviendo. Nadie mejor que Hervías controla la estructura orgánica de Ciudadanos y sabe lo que se 'cuece' en cada agrupación, sea grande o pequeña. Y esa seguirá siendo su tarea.
Un pasado de expedientes disciplinarios y polémicas primarias
Como colofón a sus años anteriores de mandato en la Ejecutiva, Hervías deja tras de sí un rosario de expedientes de expulsión y de sanciones a todo aquel que discrepaba o se salía de la senda marcada por el partido. A lo largo de estos años también ha tejido una red de peones que ha ido colocando por las agrupaciones, fieles a su persona. Muchos de ellos se han colocado en el punto de mira de los críticos, que siguen exigiendo dimisiones.
La página más negra de su trayectoria la escribió Hervías durante las últimas primarias convocadas por la dirección para elegir candidatos a las elecciones autonómicas. El caso más sonado fue el de Castilla y León, en donde el pucherazo para que ganara Silvia Clemente frente a Francisco Igea, y la sospecha de otros -aún sin aclarar- le colocó en una difícil tesitura. Su departamento y el de Garantías son los encargados de organizar y asegurar la limpieza del estos procesos, que por lo general han terminado envueltos en polémicas. Especialmente por culpa del sistema telemático elegido para las votaciones, que ha sido cuestionado y sigue siendo rechazado por los propios afiliados y por sectores críticos del partido, contra los que Hervías siempre se ha mostrado muy beligerante.
En Castilla y León el rastro de sospecha que ha quedado es apabullante porque nadie del entorno de Rivera escondía que su preferida era Silvia Clemente. El partido que presumía de venir a regenerar la política se encontró con una manipulación de los votos para favorecer a una candidata recién fichada del Partido Popular. Y nadie asumió ninguna responsabilidad. La gestión del escándalo no fue la tarea más fina del "señor Lobo".
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