La pesadilla de la Unión Europea en el 'Hotel California'

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La pesadilla de la Unión Europea en el 'Hotel California'

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La pesadilla de la Unión Europea en el 'Hotel California'

Ignacio Buhigas / madrid.theappdate.com
18:00 - 14/02/2015

Cuando los Eagles publicaron su exitoso álbum Hotel California hace casi 40 años, estoy seguro de que no se les pasó por la cabeza que sus letras plasmarían la esencia de la pesadilla que sufren ahora los socios de la UE. Durante décadas, los aficionados a la música de los Eagles han debatido lo que significaba de verdad esa siniestra letra. Lo que viene a continuación es una interpretación: Podría ser el paraíso y podría ser el infierno. (Eagles, Hotel California)

Al acceder a los términos de adhesión a la UE, importantes mayorías políticas albergaban visiones optimistas de beneficio. Consideraron que la convergencia económica estrecha era la herramienta para aumentar la prosperidad a través del libre comercio, la libre circulación de ciudadanos y quizá también transferencias de riqueza, con el propósito de ayudar a un socio en momentos de dificultad puntual.

Por desgracia, siendo la naturaleza humana como es, los socios demostraron estar mucho más interesados en la tajada que podían llevarse que en llevar a cabo la ardua labor de cumplir con sus propias responsabilidades. Las esperanzas celestiales se han convertido en infernales realidades. La UE ha degenerado en una constante trifulca sin ganadores en la que unos socios insensatos han faltado de forma ofensiva a sus promesas de disciplina fiscal, poniendo así en peligro la viabilidad de la estabilidad financiera. Lejos de mantener los déficit públicos dentro de horquillas concretas , unos socios manirrotos han generado unas deudas públicas desproporcionadas que precisaron de rescate para evitar un monto de impago que podría llevarse a la Unión entera por delante.

Todos somos simplemente prisioneros de nuestro propio artefacto (Hotel California). Grecia y sus socios vienen aprendiendo por las bravas que la democracia es como una planta carnívora. Su atractivo te seduce, entonces se acciona la trampa y la planta te devora.

Los artífices de la Constitución de nuestro país comprendieron la dinámica autodestructiva de la democracia: seducida por el atractivo del proverbial festín gratuito, la ciudadanía vota a los políticos que les prometen favores financieros; los políticos, a su vez, aprenden enseguida que el camino al éxito electoral pasa por alimentar los apetitos de ayudas públicas generosas del electorado. El problema reside en que este apetito es insaciable, y por eso el gasto público crece inexorablemente dentro de la relación simbiótica que surge entre votantes y funcionarios electos. Las oportunidades de cuadrar los déficit son desperdiciadas y la deuda se va acumulando. Con el tiempo, la capacidad de cumplir las promesas se topa con la inevitable pared de realidades económicas: los Gobiernos carecen de acceso al dinero suficiente para pagar todos sus programas públicos y la servidumbre de sus deudas. Los acreedores se temen que los socios falten al pago de las letras de su deuda y empiezan a inundar el mercado de títulos de deuda soberana. Entonces surge el siniestro fantasma de la catastrófica reacción en cadena de impagos de la deuda pública y las quiebras.

¿Qué opciones tiene un gobierno democrático para recaudar el dinero suficiente para cumplir con sus obligaciones financieras? El sistema democrático se ha convertido en una cárcel y ningún político se atreve a hacer lo que a escala económica es imprescindible (recortar gasto píblico). Por otra parte, hay un límite a lo mucho que el Estado puede subir los impuestos antes de que muchas empresas y particulares se vean asfixiados, contrayendo de esta manera la recaudación fiscal. ¿De dónde salen los fondos que desembolsar cuando la política fiscal ha quedado inutilizada?

Resulta que las fuerzas telúricas se guardaban un as en su manga, el escalafón político y monetario internacional y supranacional. En el caso de la presente crisis, se habla de la llamada troika -el Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional-. Estas instituciones no están sujetas al funcionamiento del uso de la democracia; la población no concurre a unas urnas a pedirles cuentas. Las inventaron Gobiernos nacionales que les dieron desproporcionadas competencias para llevar a cabo intervenciones puntuales unilaterales y autocráticas.
Flexibilización

El reciente anuncio por parte del presidente del BCE, Mario Draghi, de un multibillonario programa de flexibilización cuantitativa está diseñado para apuntalar el moribundo sistema financiero de Europa a pesar de la quiebra técnica de Grecia y la ausencia de viabilidad económica. A corto plazo, puede parecer que la troika ha salvado el escollo; pero a largo plazo, los europeos lamentarán amargamente que las autoridades inventaran entidades tan poderosas e inapelables.

Apuñalan con sus cuchillos acerados, pero son incapaces de matar a la bestia. (Hotel California). Dentro de la presente tragedia greco-europea, hay dos bestias que no pueden ser liquidadas a pesar de las apasionadas puñaladas mentales. Una cosa, desde la perspectiva de los que no son griegos, es el aparente rechazo de los griegos a cumplir con lo prometido. Otra, desde la perspectiva helena, son el grupo de delincuentes extranjeros organizados que aparecen oprimiendo al pueblo griego y tratando de socavar la soberanía de Grecia. Los acreedores extranjeros de Grecia quieren cobrar. "Esta crisis se esfumaría si los griegos pagaran las letras", dicen aquéllos. El problema que esto reviste se expresa en aquel viejo cliché que dice que el dinero no es chicle. En este momento, con la victoria de Syriza, el electorado de Grecia ha demostrado que no va a tolerar más austeridad.

Indudablemente, los griegos van a tener que aprender a vivir con lo que tienen y buscar la forma de impedir que el Estado saquee el sector privado. Pero incluso si Grecia abandona la Unión Europea, los restantes socios de la acabarán encerrados en la misma versión europea del Hotel California. Muchos otros sufren los mismos problemas que han arruinado a Grecia y varios de ellos corren peligro de replicar la caída de la democracia griega en la quiebra y la insolvencia. Ninguno de los países cuyos problemas de endeudamiento les hacían ser considerados problemáticos hace cinco años (en concreto, los llamados PIIGS - Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) ha logrado contraer su deuda en relación al PIB desde entonces. Aunque la deuda de Grecia en relación a su PIB pasó del 129,7 por ciento en 2010 al 174,9 por ciento en 2014, la deuda de Portugal durante la misma horquilla pasó del 83,7 por ciento al 129 por ciento, del 64,4 por ciento al 123,3 por ciento la irlandesa, la italiana del 116,4 por ciento al 132,6 por ciento y la española del 54 por ciento al 92,1 por ciento.

De hecho, a pesar del claro grito del presidente galo Hollande de "Europa no puede seguir siendo conocida por la austeridad", la realidad es que unos socios democráticos caníbales por toda Europa han seguido proliferando a expensas del sector privado. En el caso de la UE, el gasto público alcanzó el 49 por ciento del PIB en 2013, con respecto al 45,5 por ciento del ejercicio 2007.

Además de la deuda soberana de los PIIGS no griegos, disparada durante los últimos cinco ejercicios, también han crecido sus obligaciones. Esa servidumbre oscila entre 2,5 y 5 veces la deuda de esos países. Ninguna de estas democracias va a poder extinguir jamás todas estas obligaciones.

La realidad es que los pueblos de Europa y sus gobiernos soberanos no van a poder abandonar el Hotel California de ensueño convertido en pesadilla hasta que despierten del embrujo bajo el que se encuentran. Habrán de arrepentirse, rechazar y repudiar el intervencionismo de lo público, los estados democráticos del bienestar, la adicción al endeudamiento, una divisa que no está respaldada por nada y un amplio abanico de errores económicos más. Dudo que este despertar se produzca antes de que el BCE emita billones de euros más, destruyendo la divisa en el vano intento de evitar la catastrófica implosión eventual de la burbuja de la deuda soberana europea, la fractura de la UE y la delicada situación económica que comparten millones de europeos.

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