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Avicena escribió:Es igual de irracional la semana santa, los festivos católicos, las representaciones de los belenes.
En las procesiones se cortan las vías públicas para realizar estas festividades.
Pero las costumbres musulmanas en un Estado laico tienen que estar al mismo nivel que las católicas, que son los creyentes privilegiados.
A Jordi le preguntaría que le parecería que a un judío se le obligase a comer carne de cerdo.
Esto es una cuestión no solo religiosa, sino de conciencia y de una tradición fuertemente arraigada en una cultura que no perjudica a nadie.
De hecho yo lo compararía con los vegetarianos, si alguien por conciencia no puede comer carne, no lo hace por fastidiar a los demás, sino por motivos de conciencia personal que no es arbitrario.
Detrás de la cantinela de que hay que acostumbrarse a las tradiciones locales, incluso la de comer cerdo, a gente que lo considera un problema de conciencia esconde una xenofobia e islamofobia preocupantes.
Lo mismo pasa con obligar a un hinduista a comer vaca sagrada.
Es como si tu te vas a un colegio coreano publico y te obligasen a comer carne de perro, con la excusa de que ahí es normal, sin tener en consideración los tabus alimentarios de dichas personas.
Compararlo con gustos arbitrarios, es frivolizar sobre el tema.
Me parece surrealista que se plantee en pleno siglo XXI políticas como la de ese centro educativo.
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Está usted incurriendo en un error muy grave de apreciación Sr. Avicena, según mi opinión. Y le voy a intentar explicar el porqué.
Primeramente es mi deseo ponerme en el caso de un padre con hijos que comparten centro de estudios con alumnos musulmanes, que es principalmente el caso que se trata.
Si como padre observo que a ciertos individuos se les ofrece una alternativa culinaria derivada de su negativa a comer cerdo, en principio no me plantearía rasgarme las vestiduras ni poner ningún tipo de reclamación. ¿Qué ciertos individuos no consuman carne de cerdo, va a originar que mis hijos no se alimenten de forma adecuada? ¿Les va a afectar de algún modo en su salud? Si la respuesta es negativa, no veo el porqué de la protesta en que se proporcione un plato alternativo a una cierta parte de los nenes, en este caso musulmanes.
Ahora, el problema no trata de esto, si no de los baremos que se han de tener en cuenta a la hora de saltarse una serie de reglas que son necesarias para el buen funcionamiento de la sociedad. Y aquí vuelvo hacer una breve pausa, para significar otro aspecto en el que parece nadie ha caído. Mal, muy mala dirección le estamos dando al asunto si, como cláusula para poder optar al plato alternativo, esgrimimos razones tan peregrinas como que el infante no le gusta lo que se sirve ese día en el menú. Pero bueno, aquí cada uno educa a su hijo en los valores que le sale de las narices.
Nos guste o no, tengamos la certeza que muchos de estos padres protestan simplemente por intolerancia, xenofobia, porque se aburren o porque así sinceramente lo crean, el argumento que usan no puede ser defenestrado simplemente alegando que los perjudicados son otros alumnos con unas "tradiciones" alimentarias diferentes a las nuestras. POr eso hay que intentar establecer hasta donde hemos de llegar para que todos tengamos cabida en esta sociedad. Si las razones religiosas deben tenerse en cuenta, los gustos, si son productos ecológicos, etcétera. Es que si no esto se puede convertir en un sin vivir y en, perdóneme la expresión, una tocada de huevos constante.
Poniendo un ejemplo reducido al absurdo. Mañana puede entrar un alumno educado bajo la religión humanista del racismo más absoluto y negarse a compartir mesa junto a un compañero negro. ¿Es esto permisible aunque sea su creencia más íntima? Sé perfectamente que no es equiparable el no comer cerdo y el racismo desde mi perspectiva, ¿pero es legítima sobre la de otro que piensa de forma diferente?
Por eso he escrito anteriormente en otro comentario, que ante las seguidas presiones que han sido seguramente sometidos los responsables del centro, han optado por una decisión que, aunque puede parecer injusta, es la que figura en las normativas. Y aquí es cuando deben entre todos llegar a un acuerdo o si nadie da el brazo a torcer se terminará llegando al cierre del comedor. Que a lo mejor es hasta necesario para que todos espabilen.
Lo que no puede ser, Sr. Avicena, es utilizar el argumento de la semana santa, las navidades y del Belén para cargar contra algo. NOs guste o no, España en los últimos siglos tiene un componente cristiano apostólico y romano sobre el que se ha vertebrado este país y sobre el que se ha organizado la nación. Y esa raíz, es la que nos está dirigiendo en este tipo de asuntos, entendido sobre las fiestas y el belén, para bien o para mal. No es mi deseo entrar en comparaciones con otros países, con su personalidad propia y que basan su organización en base a su religión. Me da sinceramente igual.
Con todo el respeto que le proceso, me parece que este tipo de afirmaciones no son más que pataletas sin sentido.
Un saludo.