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SABELA escribió: ↑05 Nov 2023 02:13
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Kalea escribió: ↑05 Nov 2023 01:02
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SABELA escribió: ↑04 Nov 2023 16:31
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Kalea escribió: ↑04 Nov 2023 12:01
Es que esas cosas son intolerables, hablamos de salud no de que el corte de pelo no te gusta mucho. Un error puede ser comprensible pero ¿Tantos? ¿A todos?
Imagino que a ti te ocurre como a mi, que he desarrollado una histeria exagerada porque no me fio de los tratamientos que me dan por si pueden provocarme un daño irreparable. Dos veces me han hecho firmar la renuncia voluntaria porque el tratamiento que me daban tenía una afectación directa al hígado, si constara mi patología eso seria innecesario porque ellos mismos buscarían un tratamiento alternativo sin cargarme a mi la responsabilidad.
¡Hola Kalea!
Evito ir al médico , la verdad, en parte por una fobia quizás poco racional ( pero no del todo gratuita, que frecuentemente me encontraban alguna cosa rara por algún lado) - la perfecta candidata , por tanto, a caer fulminada en cualquier parte-. así que en primera persona no tengo gran cosa que contar y no puedo decir mucho aunque sí tengo mis reservas respecto a la atención recibida por familiares directos en más de una ocasión.
Al grano , de lo que habéis contado Lady_Sith y tú me surgen algunas preguntas :
¿ Dónde ves el origen de esas deficiencias en la atención médica que nos habéis relatado?
¿ Cuales serían las soluciones?
Para mi el problema es la dejadez, es cierto que son muchos pacientes por médico pero deberían de revisar bien las historias clinicas, si les falta algun informe que lo soliciten a nivel interno y, sobre todo, que no receten un tratamiento sin tener clara toda la patología de un paciente porque hay gente que puede expresarse bien pero las personas mayores no tanto y ahí yo conozco algún caso de intoxicación por ser intolerante a un medicamento y no tenerlo en cuenta.
Y en las personas mayores me supongo que también por interacciones al estar medicados para varias enfermedades , o que seguramente no siempre se tiene en cuenta.
La vejez
Esporádicamente aparecen en los medios de comunicación, como objetos (uno más) de consumo o como falsa preocupación (es todo un método para acallar falsas conciencias). Los enseñan como cosas desechables, antiguos muebles aferrados a un pasado que nadie quiere recordar. Se les utiliza para anuncios de turrones, alegrías caseras pasadas de moda, cariño mal entendido que lo más que se merece es un guiño cómplice al espectador, como si fueran animales domésticos; pero que se merecen por lo menos una palmadita en la espalda mientras esperan, son súbita impaciencia, su definitiva desaparición.
Se les tributan homenajes (eso sí, póstumos, no faltaría más) e incluso en los casos más vendibles se les dedican calles, biografías o estatuas. Cuando se habla de ellos no se habla de su pasado, sino de lo que se puede hacer para librarse de ellos: anécdotas de enfermedades, manías, odio a lo que ellos, pese a todo y a todos, conservan. A los viejos españoles se les conduce, como en una vieja película del oeste americano, a una reserva en la que ya no podrán cazar búfalos libremente, donde serán considerados reliquias para museos.
España ha sido siempre, por hábito, brutal con la vejez, por mucho que la derecha o la izquierda mandara: los tiempos empujan a una depuración sistemática del recuerdo. Se apuntan soluciones vagas y confusas para algo que no debía constituir un problema con la voluntad de todos, este país es uno de los adelantados en cuanto a vejez inútilmente prematura se refiere. Lo único que parece preocuparnos en este espacio de egoísmo familiar, es llegar al verano, las vacaciones, días de fiesta, las escapadas y después tapar todo aprisa y corriendo.
Olvidar es un verbo que practican constantemente los españoles (y se sienten orgullosos), y olvidan precisamente lo que no deberían: que es mucho más difícil bajar lentamente una escalera, con la sonrisa del fracaso, en el crepúsculo, y oír todavía el eco de cómo otros, nuevos y viejos depredadores políticos, van matando para siempre el jardín de los cerezos.
"Demand me nothing; what you know, you know: / From this time forth I never will speak word"