Este asunto viene a demostrar, again, que existen dos varas de medir, una para la mayoría de los paisanos y otra para los miembros de la élite extractiva que parasita el país.
Si un paisano se larga mientras la policía le denuncia por una infracción de tráfico, si golpea y tira la moto de uno de los agentes en su huída y si se niega a detenerse cuando es perseguido, será reducido y esposado por la fuerza, pasará la noche en el calabozo, será acusado de resistencia y desobediencia a la autoridad, de atentado contra la autoridad y le caerá un paquete de cojones.
En el caso de Esperanza Aguirre ya vemos qué es lo que pasa.