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Nowomowa escribió: ↑01 Ago 2023 20:25
Porque ni el "pues os jodéis" de los unos ni el "pues ahora nos vamos" de los otros van a resolver nunca la situación... Y ningún nacionalista admitirá ser parte de un problema superfluo y en buena medida artificial. Ni España es una sola nación ni hace falta que cada nación tenga su estado homogéneo y puro.
Todo el problema parte por asumir que España no es una única nación que -con diferencias internas más o menos marcadas que otras- cometió un grave error al establecer la «plurinacionalidad» a nivel constitucional.
Porque si quieren entender a la nación en términos étnicos, es decir,
como aquellos pueblos medievales o propios del antiguo régimen que se caracterizaban por poseer
una identidad étnica o una semejanza racial y cultural, vale, pero en dicho caso nos encontramos con dos problemas.
1) ¿Qué diferencia al catalán del valenciano? ¿Qué diferencia al valenciano del murciano? ¿Qué diferencia al murciano del andaluz?
En cierto sentido son todos pueblos y son todos parte del mismo pueblo a la vez que forman parte de pueblos diferentes. Es lógico, pueblos hay tantos como ciudades, aldeas, comarcas y villas. Dentro de una misma ciudad puede haber diferentes pueblos.
Si queremos establecer
un límite cultural para dar o no dar aquella decisión soberana por la autodeterminación la decisión siempre será arbitraria y te pasarás, literalmente, por mil pueblos.
Lo cual es lógico porque la autodeterminación se constituyó como derecho para solucionar el problema del imperialismo y colonialismo decimonónico en África y Asia, allí donde claramente había posibilidad de marcar diferencias territoriales.
La nación étnica, o la nación en términos previos a avance del siglo XIX era un concepto que se usaba como sinónimo de pueblo indiscriminadamente. Por eso en América se solía mencionar a las «naciones indígenas», por más que actualmente ninguna cumpla ni haya cumplido en absoluto la condición mínima para llamarse nación.
El concepto de nación moderno es el político y tiene que ver, justamente, con la holización que todas las naciones han vivido a lo largo de 200 años.
Básicamente no existe -más que en nombre- una nación catalana y como pueblo su existencia tiene tanto sentido como el de un pueblo perdido en Extremadura. Son individuos que viven cercas unos de otro.
Y es que son todos lo mismo a tal punto que:
a. Para un extranjero no hay diferencia alguna entre un catalán y un extremeño. No la hay para un cubano, como no la hay para un japonés o un norteamericano.
Son lo mismo un madrileño, un catalán o un extremeño de cara a todo el mundo, menos a ciertos individuos de Cataluña.
b. ¿Qué es exactamente el pueblo catalán que tiene el derecho -controvertido e irracional- a autodeterminarse por ser una nación -entendida étnica y por tanto irracionalmente-?
¿Lo son todos los individuos que están empadronados en Cataluña?
¿O lo son solo los catalanes "étnicamente definidos" como catalanes?
Porque el crecimiento demográfico de toda esa región entre 1900 y 2001 fue superior a la media española, lo cual se traduce en que buena parte de su población es descendiente de segunda o tercera generación de andaluces, extremeños y castellanos.
Todos los días hay españoles que se cambian de residencia y que se empadronan de un sitio a otro.
¿Es el español que lleva 2 meses residiendo en Cataluña un catalán con derecho a votar en referéndum?
¿Cuál es el tiempo mínimo? ¿Dos años?
Esta respuesta no existe porque legalmente el pueblo catalán es el español empadronado en Cataluña.
c) ¿Por qué el residente en Cataluña puede decidir si rompe la unidad territorial, económica, política y demográfica de un país que le pertenece a todos los españoles?
Ese residente tiene más derecho que el no residente en lo concerniente a la política local, no a la política de magnitud nacional o internacional.
¿Por qué ese referéndum no podría ser llevado a cabo por todos los españoles?
Aquellos residentes son propietarios NO de Cataluña como CCAA, sino de sus propiedades privadas, el territorio es público, ergo nacional y de jure de todos los españoles.
2) En general la experiencia post independentista es mala. Podemos sacar a relucir el caso de ciertos países como Estados Unidos o Australia, pero son excepciones si revisamos la mayoría: África (con esperanzas de vida estancadas desde hace 40 o 50 años), América Latina (que, con la excepción de Chile, debió de vivir entre 50 y 90 años de anarquía política), y para qué hablar de todo el oriente medio.
Las razones detrás son muchas, pero todas se derivan de una cuestión central:
el Estado central, jacobino si se quiere es el Estado que mejor ha desempeñado la función desde el siglo XVI de constituir un espacio económico y político lo suficientemente grande como para tener peso a nivel internacional, lo suficientemente fuerte como para poder mantener un cierto orden interno, lo suficientemente pequeño como para no ser asfixiante y lo suficientemente débil como para no representar una amenaza a individuos internos y externos.
Cuando se rompe ese equilibrio lo más común es que los desequilibrios se traduzcan en décadas de crisis y caos.
Por ejemplo:
La mayoría de las CCAA tienen su sistema de pensiones en completo déficit, si se logran sostener es gracias al aporte de las CCAA con mejores números.
Lo mismo ocurre en otros aspectos, éste solo es uno.
Todo se resume, finalmente, en que es completamente delicado hablar de naciones. No las hay. Los Estados hoy realmente existente tienen, en un 99%, solo una nación.
Alentar culturalmente la creencia de que existen muchas naciones implica que, en algún momento, algún actor político buscará financiamiento legítimo para reconstruir aquella identidad que ha sido históricamente violada.
Pasa en América Latina con los indigenismos y pasa en España con los independentismos.
Si uno analiza los % de catalanes que hablan catalán verá dos cosas importantes.
Primero es que todavía son minoría.
Segundo es que hablan más lo jóvenes que los mayores.
¿Por qué?
Porque se lleva fomentando desde la vuelta a la democracia todo lo que tiene que ver con nacionalismos periféricos y étnicos.
Un suicidio geopolítico que no puede entenderse a no ser que reconozcamos que la derecha y la izquierda, tras la Constitución, o eran tan torpes como para no entender lo que yo entiendo desde un simple computador, o eran lo suficientemente listos como para preverlo y aceptarlo como algo que era objetivamente necesario, o sencillamente siguieron criterios internacionales.
En cualquier caso, ninguna respuesta es positiva.
Saludos.