Ver citas anterioresskye escribió:Yo puedo hasta estar de acuerdo contigo y quizá no me parezca bien, pero entonces lo que tengo que hacer es cambiar la ley para evitar que pase eso. Lo que es difícilmente explicable es que el Estado haga dejación de sus funciones. Si la ley pone no sé qué sobre cómo tienen que ondear las banderas oficiales en los organismos públicos, se espera que el Estado actúe si no se hace lo que está prescrito. Porque entonces deja de ser Estado. Si con la norma jurídica en la mano había una capilla en la Universidad, y unos individuos violentan ("violentan" viene de utilizar la violencia) esa situación, se espera que el Estado haga algo y actúe. Lo que no se espera es que, "as usual", no ocurra nada. Y si el defraudador de impuestos no cumple, también espero que el Estado actúe vía sanciones o vía penal, aunque quizá yo mismo pueda pensar que el sistema tributario español sea injusto.Ver citas anterioresDoc_McCoy escribió:
Imagino que la ley permite que en una universidad exista una iglesia/capilla dada la imputación de Mestre por ofender los sentimientos religiosos del colectivo católico. Lo que te pregunto es ¿por qué deben tener capillas católicas las universidades públicas y si lo ves bien/correcto en un país laico (al menos sobre el papel) como España?
Saludos.
¿NO ES UNA SITUACIÓN DE PRIVILEGIO HACIA LOS DEMÁS CIUDADANOS QUE UNOS DECIDAN INCUMPLIR LA LEY POR LOS MOTIVOS QUE SEAN (POR EJEMPLO, PORQUE LES PAREZCA INJUSTA LA LEY) Y NO LES PASE NADA Y OTROS NO PODAMOS HACERLO?
Es que si la señora Mestre o la señora Colau deciden incumplir la ley, YO TAMBIÉN QUIERO HACER LO MISMO.
Así como estoy en contra del burka (tengo una respuesta pendiente en el tema de su prohibición) estoy en contra de las capillas en los campus universitarios. Seguramente, de hecho ya me han llamado de todo en este foro, me tildarán de totalitario y no se cuantas sandeces más tanto católicos como musulmanes y otros que se apuntan siempre. ¿Por qué? porque me parecen imposiciones religiosas ("imposición" viene de una exigencia desmedida con que se trata de obligar a alguien). Siendo un laico radical (relativo a la raíz de las cosas como dice el DRAE) considero que es una imposición/obligación la radicalidad (de extremoso, tajante, intransigentede según el DRAE) de las religiones que buscan el máximo, el todo, de sus manifestaciones en una sociedad democrática. Y este mal y daño cometido y consentido a menudo por la ley daña la paz civil, cuando deberíamos librarnos del pesado yugo de la memoria (el abominable siglo XX)y redescubrir las virtudes públicas del olvido, el derecho al olvido no el privado sino el constitucional/público. Y el Estado tiene que actuar en consecuencia para evitar el abandono de sus funciones, no hay que debilitar a una sociedad hasta hacerla perder la confianza entrando en una indiferencia y silencio, esa zona gris que denominó Primo Levi para señalar lo lejos de nosotros y ellos, de buenos y malos.
Lo que me interesa señalar partiendo de la acción de la portavoz Mestre y la reacción de sus críticos es el odio visceral de los españoles (de todos) que tantas guerra civiles y muertos llenaron los dos últimos siglos. O la guerra incivil que acabó con Unamuno: "Dejaré de lado la ofensa personal que supone en un discurso la explosión contra vascos y catalanes, llamándoles la anti-España; pues con la misma razón pueden decir ellos otro tanto. Y aquí está el señor obispo que, lo quiera o no, es catalán nacido en Barcelona, para enseñaros la doctrina cristiana que ignoráis. Y yo, un vasco, llevo toda la vida enseñándoos la lengua española que muchos desconocen. España es un manicomio suelto. Bolchevismo y fascismo son las dos formas -cóncava y convexa- de una misma y sola enfermedad mental colectiva". De un discurso de 1936 en la universidad que acabó en tumulto, a otro tumulto de 2011 en otra universidad pero dentro de un mismo país caínita por encima de todo. Es una reflexión personal skye más propia de un privado que de un post pero seguro que entiendes y entienden adónde quiero llegar.
“Morir soñando”
Au fait, se disait-il a lui-même, il parait que
mon destin est de mourir en rêvant.
(Stendhal, Le Rouge et le Noir, LXX,
«La tranquillité»)
Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.
Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?
¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:
¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?
Miguel de Unamuno
(escrito tres días antes de su muerte, el 31 de diciembre de 1936)
Saludos.