Solo es Política

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jamo escribió:Mirando más lejos pregunto: cuántos ciudadanos se ven beneficiados de forma directa por esta corrupcion?

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jamo escribió:

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mezquita escribió:En boca de todos los entendidos sobre la materia, el PP, lo unico que ha hecho
bien a lo largo de estos 4 años, ha sido la reforma laboral, flexibilizando a la hora
de contratar a las pymes, segun las necesidades que tengan estos a la hora de
aumentar sus plantillas, y para sus despidos.
Y ahora estos que se acercan ,lo primero que quiern hacer es tumbarla; despues esta
tambien una reforma para los autonomos, por lo que se partira del actual, y se
le vera aumentado, segun los ingresos de estos autonomos, cosa que va a ser un
varapalo para estos sin precedentes; despues esta lo de los impuestos a los ricos, subiendo
esos tramos actuales, y que parece segun ello,s que uno que gana 50.000 0 60.000 eur.
los llaman ricos....

Con tan solo esto, y dejando de lado las demas medidas, y que tambien tienen tela,
España revienta en tan solo 12 meses, ojo¡¡ con tan solo estas.

Ahora gritad, corrupcion¡¡ corrupcion¡¡ al TUM, TUM del puto amo. :fumando:

Cómo podemos fiarnos para gobernar este país de quien de forma sistemática ha usado los mecanismos del estado para enriquecerse?
A veces pienso que por defender cada uno a los vuestros no os dais cuenta de lo grave que es la Púnica o los EREs o la trama que sea. Le restáis importancia con un "y que hay de lo tuyo" y ala, a mirar hacia otro lado.

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Esperanza ya no es Esperanza

Hace mucho tiempo que Esperanza Aguirre dejó de ser la lideresa peleona que plantó cara a Mariano Rajoy para convertirse en una triste y lánguida sombra de lo que fue. Fue mucho, pero dejó de serlo y ella no se dio cuenta porque no suele hacer caso a las personas que la quieren bien. Le hizo mucho caso a personas como Francisco Granados -un gran pelota de la jefa- y así le ha ido en la prolongación artificial y penosa de su carrera política.

Lo único que le queda a Esperanza Aguirre de Esperanza Aguirre es el tirón mediático del que goza en los medios llamados progresistas, que contribuyeron a agrandar su leyenda, y también una chispeante capacidad para los golpes de efecto. Aunque cada vez más atenuados. La primera dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid fue por todo lo alto, el 17 de septiembre de 2012, sin previo aviso. Esta segunda, como presidenta del PP de Madrid, ha sucedido un domingo a la hora de comer. Es lo que queda de Esperanza Aguirre. Su genio innato para llamar la atención.

Aguirre empezó a irse definitivamente de sí misma el día que decidió volver a la campaña electoral de candidata al Ayuntamiento de Madrid como una forma de demostrarle a Mariano Rajoy que aún era capaz de repetir sus legendarias mayorías absolutas. El presidente del partido, olvidando los viejos rencores, le pidió que se presentara y la lideresa aceptó, buscando reverdecer sus laureles del pasado. Pero los madrileños ya no estaban por la labor de perdonar sus pecados políticos ni de premiar su agresiva campaña.

Literalmente, Aguirre espantó a los votantes de centroderecha y el resultado fue que Manuela Carmena se hizo con la Alcaldía. Lo que le pasó a Aguirre en las municipales acabó con su leyenda, porque quienes la echaron no fueron los marianistas, sino los madrileños. No podía haber nada peor para una política con personalidad propia y vis populista que gozó del respaldo y el cariño sincero de miles de ciudadanos en las urnas durante varias legislaturas.

Esperanza Aguirre construyó su poder a base de señalar a un enemigo y combatirlo. Primero fue Ruiz-Gallardón. Después, Rajoy. Con Gallardón pudo. Su némesis acabó yéndose de la política antes que ella. Con Rajoy no pudo. Nunca pudo. Ella se va yendo de los sitios poco a poco. Rajoy sigue, sigue y sigue. Sin convocar el Congreso Nacional del PP a su tiempo, habiendo perdido 63 escaños y sin posibilidades de gobernar España. Pero sigue.

Aguirre libró una intensa batalla contra Rajoy en vísperas del Congreso de Valencia de 2008 y la perdió. No quiso o no pudo dar el paso de presentarse como alternativa para presidir el PP y ahí empezó su cuenta atrás. Aunque no se resignó, alimentada por los muchos hooligans que acabaron siendo su perdición. Desde la Presidencia de la Comunidad de Madrid se convirtió en la lideresa del sector crítico con la dirección del PP. La rebelde de guardia.



Le hizo mucho caso a personas como Francisco Granados y así le ha ido


Si bien cada cierto tiempo fustigaba la falta de firmeza del líder, acogía a los que echaba Génova, denunciaba la pérdida de las esencias del partido y lanzaba indirectas sobre lo mal que iba el PP, carecía de posibilidades reales de minar el liderazgo de Rajoy. Aunque en muchas ocasiones tenía razón, porque Rajoy ha hecho mangas y capirotes con los estatutos del partido, sus palabras caían siempre en saco roto. La mayoría absoluta de 2011 acabó de derrotarla en su combate orgánico. De hecho, ella destituyó a Francisco Granados como secretario general del PP de Madrid -también por sorpresa incluso para el interesado- dos días después de la victoria de Rajoy el 20-N. Y no porque creyera que era un corrupto -como se rumoreaba en todo Madrid-, sino porque sospechaba que le traicionaba con Rajoy. Lo que en parte era cierto. Granados se había acercado demasiado a la dirección nacional del PP.

El líder del PP aspiró a quitarse de encima la espina de Aguirre durante algún tiempo. Ahora que lo ha logrado, ni siquiera puede considerarlo un alivio, ya que tiene problemas más acuciantes. Esta dimisión contribuye a alimentar la desagradable sensación de que el PP, a pesar de haber ganado las elecciones, se está desmoronando. Rajoy tendrá que dejar de presumir de no haber impuesto una sola gestora desde que es presidente del PP.

Aguirre marca el camino a Rajoy, se han apresurado a subrayar los analistas a partir de ésta su segunda dimisión. Relativamente, muy relativamente. A lo mejor si hubiera dimitido cuando a su secretario general lo metieron en la cárcel, en octubre de 2014, habría podido emplazar al presidente del PP para hacer lo mismo. ¿Ves? Yo dimito porque el secretario general del PP de Madrid está en la cárcel, pero tú no te vas, aunque el tesorero que nombraste en Valencia también está en la cárcel.

Puede que eso hubiera colado. Pero ahora, 15 meses después, ya es demasiado tarde para presentarse como ejemplo de nada. Si acaso lo que se puede sospechar es que dimite porque, como dijo Rajoy ante su grupo parlamentario hace unas semanas, vendrán tiempos más difíciles que éstos para el PP. La próxima vez que los agentes de la Guardia Civil visiten Génova 13, otro se comerá el marrón de dar explicaciones.

Esta segunda dimisión de Aguirre, al margen de las habladurías mediáticas, es bastante irrelevante y carece de la grandeza que podría haber tenido a su debido tiempo. El aguirrismo como forma de ejercer el poder falleció hace tiempo. El antaño todopoderoso PP de Aguirre tiene la marca de Caín de la corrupción en la frente. Su comparecencia ante la comisión de la Asamblea de Madrid evidenció que la mujer que antaño se defendía cual leona ante los adversarios políticos ya no era capaz de vencerlos dialécticamente. El silencio que ha guardado desde el 20-D sobre los malos resultados del PP también era un indicador claro de su debilidad en la pugna interna.

Lo peor que podría hacer la ya ex presidenta es empeñarse en cerrar el paso o plantar batalla a Cristina Cifuentes, su relevo natural en el liderazgo del PP regional, promoviendo a alguno de sus fieles en el próximo Congreso. Ella fue quien instauró la doctrina en 2003 de que la presidenta de la Comunidad tenía que presidir también el partido. Así que debería actuar en consecuencia.

Hay vida fuera de la política. Esperanza Aguirre sigue siendo un tiro mediático, por lo que se ve. Y con Jordi Évole, por ejemplo, hace buena pareja. Puede tener futuro como figura de la televisión.