Re: Los divorciados No están excomulgados
Publicado: 06 Ago 2015 17:37
Ver citas anterioresskye escribió:Para "lordcartabon":
No le voy a hacer una réplica punto a punto, porque sería extensísima (lo menos importante) y, sobre todo, farragosa (eso sí me importuna más). Así que prefiero hacer una observación general, aun a costa de ser consciente de que algunos de los puntos que expone quedarán sin respuesta.
Me temo que partimos de puntos de vista diferentes sobre muchos temas relacionados con este asunto del matrimonio y, supongo, va a ser complicado alcanzar puntos de acuerdo. Aun así, asumiendo como distantes esos puntos de vista, al menos es gratificante mostrar que, aunque a algunos les suene extraño, también en asuntos religiosos (que suenan mucho a dogma y a temas resueltos por la doctrina) cabe la discrepancia y el pluralismo.
Por supuesto que cabe el pluralismo en temas religiosas. Hay católicos y no católicos. Y dentros de los católicos, en temas que no pertenecen al magisterio solemne de la Iglesia, hay discrepancia también. Pero en dicho magisterio no hay pluralismo ni discrepancia, sino una sola Iglesia. El sacramento matrimonial pertenece al mismo. LO siento.
Yo parto de una realidad que me parece complicado desconocer: si la Iglesia, ante un fracaso matrimonial irreversible, se limitase a tomar nota proponiendo para el futuro a las personas afectadas por ese fracaso la vida en solitario (renuncia a una nueva vida conyugal) como único camino compatible con la pertenencia a la Iglesia, lo que estaría haciendo es cargar sobre sus fieles un peso insoportable, haciéndoles prisioneros de su pasado. Eso es ofrecer a esas personas exclusivamente dureza y rigidez. Pero es que, en mi opinión, la Iglesia de Cristo no es eso (no debería ser eso), puesto que Jesús de Nazaret jamás cerró los caminos del futuro a los pecadores arrepentidos, sino que, por el contrario, Él es la llave que los abre.
Yo parto de otra realidad: lo reversible o irreversible no lo declara usted, ni yo, sino DIOS. Si un matrimonio está fracasando, debe hacerse cuanto se pueda para que triunfe. No justificar pecados posteriores por ese fracaso. Al menos, así lo entendemos los católicos. Que uno haya padecido un mal no justifica que cometa otro distinto. En efecto, pecadores ARREPENTIDOS, usted lo ha dicho, no pecadores orgullosos de serlo y que se niegan a dejar de practicarlo.
Cuidado, que no estoy hablando en absoluto de "barra libre". Estoy hablando de personas que, pese al fracaso de una relación matrimonial previa, se presentan ante la Iglesia en actitud de superar las heridas de una historia pasada, en actitud de observar las responsabilidades nacidas de la anterior unión (por ejemplo, hacia los hijos), con voluntad de estabilidad en su nueva unión, etc. Esto implica probablemente releer el plan de Dios sobre el amor conyugal, quizá también reconocer las propias responsabilidades en la anterior ruptura, reconciliarse (capacidad de perdón) con los anteriores cónyuges, etcétera.
Pues eso, a superar las heridas pasadas y a rehacer el plan que Dios nos dió, no el que nosotros preferimos por nuestros caprichos mundanos. A restaurar nuestro sagrado matrimonio. Va usted por el buen camino.
Por ejemplo, un matrimonio civil de dos personas que tuvieron un primer fracaso matrimonial, yo no lo entiendo en absoluto como una relación adúltera.
Claro, porque no es católico. Normal.
Le propongo otra lectura de ese matrimonio civil: ¿no podríamos aproximarnos a esa nueva realidad como un signo de la solidez de la voluntad conyugal de la nueva pareja?
Hablo como católico. Sólo tengo una única lectura del matrimonio. No ha varias lecturas del matrimonio católico. LO siento. Usted quiere vaciar de contenido el sacramento matrimonial. No es de recibo.
Todo ese proceso de reflexión (quizá debería ayudar en ese proceso la comunidad cristiana) debe tener como final el restablecimiento de la comunión con la vida de la Iglesia a través del reconocimiento eclesial de la nueva unión.
No, la Iglesia NO RECONOCE NI BENDICE pecados, ayuda amorosamente a vencerlos. No los convalida. No ha entendido nada de nada, me temo.
Ahora bien, la Iglesia tiene sólo un modo de reconocer eclesiásticamente una unión conyugal de dos bautizados: la celebración sacramental. Pues bien, la admisión a la plena vida de la Iglesia de la nueva unión sólo puede hacerse a través de una celebración nupcial que tenga cierto sentido sacramental. Es complicado, pero las Iglesias orientales nos ofrecen algunos ejemplos que pueden ser válidos. Por ejemplo, se podría disponer una celebración litúrgica propia de estas "segundas" bodas después del divorcio, semejante a la celebración de la primera boda, pero introduciendo un acto penitencial específico que incluya un papel activo de los mismos cónyuges.
Imposible, el primer vínculo no desaparece como si nada, Dios no desaparece a nuestro capricho. Absurdo, nuevamente.
Estas "segundas nupcias" evitarían las consecuencias de los procedimientos que condujeran a la readmisión de la comunión, no de la nueva pareja en cuanto tal, sino de cada miembro de la nueva pareja individualmente. Esto provocaría que tendríamos en perspectiva en la Iglesia la realidad de dos tipos de matrimonio: un matrimonio formal y sacramental (el único "verdadero" para dos bautizados) y otro informal y no sacramental (no "verdadero" según la doctrina, pero sí verdadero al nivel de los hechos). Esto provoca un debilitamiento objetivo del sentido y de la necesidad del matrimonio sacramental, a la vez que coloca al nuevo matrimonio como una realidad anómala, tolerada y cualitativamente inferior. Además, esa propuesta reconduciría a la Iglesia relaciones sexuales no rechazables moralmente en cuanto se producen en un contexto conyugal de pareja, aunque no de "verdadero" matrimonio.
Oiga, ¿me está tomando el pelo?
No hace falta descubrirle, supongo, la revolución que eso significaría en cuando a la doctrina moral de la Iglesia en relación con la vida sexual.
Y tanto, dejaríamos de ser católicos. Respuesta evidente, claro. Ni en sueños.
Hablemos un momento del asunto de la "indisolubilidad".
Querría recordar dos cosas. La primera, que la Iglesia siempre ha reconocido que existen situaciones de fracaso irreversible de las primeras uniones, abriendo la puerta a nuevas posibilidades sacramentales.
Separaciones temporales, no convalidación de adulterios. No cuela.
Y, segundo, que la Iglesia se ha reconocido a sí misma el poder de salir al encuentro de situaciones de fracaso de un primer matrimonio, aunque se ha limitado hasta ahora a las posibilidades articulables en forma jurídica.
NO entiendo a qué se refiere. La Iglesia proporciona varios instrumentos para superar fracasos matrimoniales, pero ninguno de ellos pasa por convalidar adulterios.
En relación con el primer aspecto, existe una situación de fracaso irreversible de un matrimonio, por ejemplo, cuando fallece uno de los cónyuges de un matrimonio.
Eso no es que haga fracasar un matrimonio, es que lo ha EXTINGUIDO. ¿Sabe lo de que escribe o no?
En estos casos, la Iglesia siempre ha aceptado la irreversibilidad humana de este fracaso. Pero es que, además, ha considerado las nuevas nupcias sacramentales sin ningún límite.
Ridículo, perdone, pero es que es ridículo. La Iglesia, ante la muerte de un cónyuge, no reconoce FRACASO, reconoce eso mismo, que ha fallecido. De perogrullo.
¿Por qué la muerte de un cónyuge tiene ese efecto? Lo pregunto porque, hasta ahora, la Iglesia jamás ha dado explicaciones convincentes sobre eso.
POrque es evidente que el óbito de uno de los contrayentes EXTINGUE el sacramento matrimonial. "Hasta que la MUERTE nos separe". En serio, ¿me está tomando el pelo?
Aun así, la Iglesia siempre ha percibido el matrimonio entre viudos como matrimonio "menos perfecto" en relación con las primeras nupcias.
Menuda chorrada. Un matrimonio cristiano entre dos personas sin impedimentos es tan válido para la Iglesia y perfecto como cualquier otro.
Los escolásticos, por cierto, ya decían que un matrimonio de viudos no podía ser signo de la unidad de Cristo y de la Iglesia como las primeras y únicas nupcias.
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. NO comment.
Es más, hasta el Código de 1917, la Iglesia nunca dio la bendición solemne a la mujer en segundas nupcias. La convicción cristiana de que la muerte no es el fin de las personas, sino sólo el paso hacia una nueva condición de existencia personal ha hecho siempre complicada la aceptación plena de las nupcias de viudos.
De la persona no, del vínculo matrimonial Sí. Surrealista, casi kafkiano.
Pero, ¿por qué sólo la muerte corporal tiene ese efecto? ¿Por qué no también la muerte del amor que hace imposible la ulterior convivencia?
El amor NUNCA muere. ¿NO ha leído usted a San Pablo?
Pero hay otro aspecto que es importante: el vínculo conyugal es de por sí indisoluble, pero la posibilidad de nuevas nupcias después de la muerte demuestra que no es indestructible.
LA muerte, obrada por voluntad de DIos, lo disolvió. En vida de los contrayentes, indisoluble.
La Iglesia ha obrado como si la muerte del cónyuge (fracaso irreversible) destruyese la realidad del matrimonio, admitiendo, entonces la destructibilidad de un vínculo que, incluso según su parecer, de por sí debería durar siempre.
LA muerte no es un desencuentro, una riña, una disputa o un malentendido. No escriba tonterías, oiga.
Pues bien, de la misma manera que la Iglesia ha salido al encuentro de la fragilidad de la condición de viudo/a consintiendo las nuevas nupcias, de la misma manera hoy (fragilidad actual nunca vista anteriormente del matrimonio en nuestras culturas) podría abrirse a nuevas nupcias sin plantearse la compatibilidad del vínculo precedente con la celebración de nuevas nupcias en la Iglesia. Cuestión esta a dejar en la sabiduría de Dios, de la misma forma que en el caso de los matrimonios de viudos.
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. Su teología de matrimonios viudos todavía me ha dejado en shock.
Como decía antes, en el caso de los viudos, las nuevas nupcias siguen a la muerte física de uno de los cónyuges. En el caso de los matrimonios fracasados, las eventuales futuras nupcias siguen al final moral de una relación interpersonal, en cuanto que ya no existe la continuidad existencial de la vida en común. En ambos casos, hay algo que muere y que repercuta de manera determinante en la relación conyugal.
Erre que erre, equiparando el óbito de un contrayente con que no me llevo bien con mi esposa vivita y coleando. Bastante infantil en las analogías, ¿no cree?
Yo creo que esto que apunto significaría que tendríamos que desterrar la idea del novacionismo que existe en la mente de tantos (la idea de una Iglesia de los puros), mostrando una Iglesia como lugar de misericordia y de nuevo comienzo para el pecador.
Exacto. De nuevo comienzo. ¿Que hay de nuevo si la Iglesia ofrece al pecador QUE SIGA PECANDO? Nada nuevo.
Fíjese que incluso la Iglesia dice de sí misma que no tiene el poder de restablecer la plena comunión de un pecador arrepentido, si tal pecador es adúltero respecto a una unión humanamente fracasada de modo irreversible. Restablecimiento que, además, no sería pleno si su nueva vida conyugal no fuese reconocida como vida en el Señor.
LA Iglesia no puede bendecir adulterios. Qué cosas escribe, por Dios.
Ya concluyo. Sólo le recuerdo que, además, avanzar en este tipo de soluciones significaría un acercamiento indudable hacia las Iglesias cristianas orientales en orden a una deseable unión futura.
No veo "avance" por ninguna parte, sino retrocesos lamentables y lagunas preocupantes.
Un saludo.