Otro relato de una "víctima" de Errejón:
https://www.elsaltodiario.com/violencia ... o-adelante
Contiene perlas que no quiero dejar de comentar.
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“Desde que llegó, noté su mirada, era amenazante y me sentí incómoda. Apenas mediamos palabra, pero su forma de mirarme no me permitía estar tranquila, me sentía observada”, explica. Tras varias copas “insistió en seguir la fiesta, pero yo me fui”, cuenta.
Cuatro días después de aquel encuentro, Violeta recibió una solicitud de amistad de Iñigo Errejón en Facebook y “aluciné”, pero no hubo interacción alguna hasta tres meses después, en septiembre, cuando ella comentó una de sus publicaciones y “comenzamos a hablar por privado”.
Su mirada era "amenazante" y le hacía sentir "incómoda" ni le permitía "estar tranquila"... pero acepta la solicitud de amistad de Errejón en Facebook y hasta le comenta sus publicaciones.
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En las conversaciones a las que ha tenido acceso El Salto se pueden leer mensajes del tipo “te veo demasiado ocupada” o “pon algo de tu parte”, que se entrecruzan con un “te pega fumar por la pose de tus fotos”.
¿Qué tendrá de malo la última frase?
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A partir de ahí, Errejón crea un chat privado con autodestrucción de los mensajes en una hora. “En ningún momento consensúa conmigo que esa vaya a ser nuestra forma de hablar. Me impone esa manera y me obliga así a estar constantemente enganchada al chat”, explica, “lo que me generó una ansiedad enorme y menguó la calidad en mis relaciones personales”.
Claro, porque era obligatorio bailarle el agua a Errejón, y resultaba imposible mandarle a tomar por culo y ya está.
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Ambos habían decidido iniciar un juego de roles en el que Violeta iba a interpretar el papel de “su puta”. “Se empeñó en hacerme creer que lo que teníamos era una historia de BDSM y me hablaba políticamente de lo que significaba”, asegura, “pero la realidad es que era una relación de sumisión no consensuada”, una reflexión a la que llegó años después.
Lo repetiré para ver más clara la contradicción: "
ambos habían decidido iniciar un juego de roles en el que Violeta iba a interpretar el papel de su puta", pero al mismo tiempo "era una relación de sumisión
no consensuada".
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Violeta recuerda aquellos meses “enganchada a un móvil, contestando al momento cada mensaje y esperando horas a que él contestase los míos”. Él cada vez tardaba más y se impacientaba cuando ella no respondía al momento. “Era luz de gas de manual”, dice
No, eso no tiene nada que ver con la luz de gas.
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Enfadada asegura que el tiempo le ha confirmado que se valía de su posición de poder para maltratarla y que “era algo que hacía con plena conciencia”.
No hay ni el más mínimo rastro de maltrato en el relato. Ser un soberbio, un ególatra, un imbécil y un desconsiderado con las mujeres no es cometer un "maltrato".
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Para entonces, Violeta había empezado a vivir cualquier interacción con él en un estado de aturdimiento: “Estaba siempre nerviosa y en alerta, como si algo pudiese pasar”. De hecho, asegura que “hubo momentos que los he olvidado por completo”, explica. La amnesia es un mecanismo clásico que muchas mujeres desarrollan en situaciones de alto riesgo y de miedo extremo.
"Alto riesgo" y "miedo extremo" que no se justifican lo más mínimo en todo el relato.
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Cuando llegó al hotel, en el centro de la capital sevillana, se coló, subió por las escaleras y tocó la puerta de la habitación. “Me había insistido mucho en que nadie podía saber que nos estábamos viendo”, explica. “Llegué a la habitación con mucha ansiedad y extremadamente nerviosa. No podía ni moverme”. Lo sabe porque Íñigo Errejón tuvo que ayudarle a ponerse los zapatos de tacón que le había pedido que llevase para el acto sexual, “por lo que él era completamente consciente de mi estado”. A pesar de ello, él “siguió adelante” con el acto sexual. Ella estaba en una situación de shock y paralizada y a pesar de ello, él continuó.
Quizás continuó simplemente porque asumió que estabas nerviosita por el mero hecho de que vas a follarte a un político que tiene pareja y de forma clandestina, y que en ningún momento le dijiste que no querías hacerlo (o al menos no cuentas que le dijeses tal cosa).
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“Ni me miró, se puso a leer un libro y me dijo que era alguien importante que tenía mucho trabajo y que la notoriedad que estaba adquiriendo le gustaba mucho. Hizo como si no estuviese allí, me trató con un profundo desprecio”. Por entonces Iñigo Errejón ya había empezado a participar asiduamente en las tertulias de la Sexta Noche.
Lol. No será un maltratador ni un violador, pero menudo puto gilipollas. Aunque su grado de gilipollez personal es algo que no sorprende a quienes ya conocíamos su grado de gilipollez política.
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Tras aquel encuentro, hubo algún mensaje vago por parte de Errejón que “fue dejando morir la relación”. Violeta le escribió en varias ocasiones para saber qué pasaba pero nunca obtuvo respuesta y “asumí que él había decido cuándo empezar y cuando terminar”.
Otra que se queja de que Errejón le dejase de hacer caso. Por un lado es todo muy desagradable, muy humillante y blablabla... pero por otro ahí siguen y les molesta que de repente Errejón corte la relación.
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A Violeta, Errejón siempre le exigió que lo “nuestro debía mantenerse en secreto por la relevancia de mi persona”, pero “no le hice caso y se lo conté a algunas amigas”.
Mira tú qué maja.
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Tiene la sensación de que eso la salvó.
¿Salvarla de qué?
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En Bilbao se lo “confesé a dos compañeras y ahí empecé a ponerle nombre a todo”. Ambas mujeres participaban en estructuras del movimiento feminista autónomo de Euskal Herria y “me proporcionaron todas las claves y el acompañamiento que necesité para entender ante lo que me encontraba. Me ayudaron a poner palabras y a no sentirme sola”, afirma. Guarda un buen recuerdo de las tardes en el salón hablando de la situación en la que se encontraba, de leer juntas los mensajes que Errejón le mandaba y tramar estrategias para salir de ahí, “me dieron hasta libros que leer”, cuenta con una sonrisa. Remarca constantemente que es el feminismo lo que la ha salvado de todo ello y por lo que también cuenta su testimonio, que está constantemente atravesado por el análisis feminista.
¿Pero qué clase de película se ha montado esta mujer?
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“Ahora vivo feliz sin vínculos heterosexuales ni hombres misóginos cerca que me violenten”
Le violentan los vínculos heterosexuales. Pobre.
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siente que, “por fín, he podido contarlo”
Por fin, en cuanto ha visto a todo el país poniendo a Errejón a parir y tildándolo de violador múltiple. Es una valiente.