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Nowomowa escribió: ↑14 Ene 2025 15:22
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Don José escribió: ↑14 Ene 2025 13:38
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Nowomowa escribió: ↑14 Ene 2025 13:32
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Don José escribió: ↑14 Ene 2025 12:47
En su día fui un irresponsable, y pensaba exactamente lo mismo que vosotros. Tardé unos años en darme cuenta de que la vida que se abre paso no tiene la culpa de la irresponsabilidad o el accidente de los que les han engendrado.
Porque ser un niño no deseado ni planificado es un idea cojonuda, ¿no? El nasciturus también tiene derecho a ser deseado y querido, y no impuesto como un castigo o una carga (y habría que ver dónde queda ser entregado como una mercancía supuestamente deseada y querida).
En cuanto a "la vida que se abre paso"... no nos pongamos a hablar de infecciones, parásitos o cánceres, que son el no va más de "la vida que se abre paso", esas células inmortales creciendo y multiplicándose a placer en su cuevita ad-hoc y escondiditas de los brutotes del sistema inmunológico...
Ahí está el núcleo del debate: ¿el valor de la vida depende de si es deseada o no? Si seguimos esa lógica, entonces cualquier persona indeseada en cualquier etapa de su vida sería descartable. Y eso, más que progresista, suena a utilitarismo puro y duro, donde la dignidad se mide según conveniencias personales.
Por otro lado, comparar un nasciturus con un cáncer o un parásito no solo es científicamente absurdo, sino que muestra una falta total de perspectiva ética. El cáncer y los parásitos son patologías; el nasciturus es una vida humana en desarrollo, con un potencial inherente y único. Equiparar ambos conceptos reduce el debate a un nivel grotesco, como si la biología fuera la única vara de medir.
Lo que dices sobre ser un niño no deseado es cierto: no debería ser así. Pero la solución no es negar la vida, sino cambiar las condiciones que llevan a esa situación. Educación, apoyo familiar y social, y sobre todo fomentar la responsabilidad en lugar del hedonismo sin consecuencias. Porque convertir al aborto en una solución estándar solo perpetúa la irresponsabilidad y, de paso, elimina vidas que podrían haber aportado mucho al mundo.
El valor de la vida es como el de la libertad: no depende de a quién convega y a la hora de la verdad, de elegir entre una y otra, esa decisión sólo puede tomarla quien está allí.
Una mujer puede ceder su libertad por la vida de algo que aún no ha nacido -pero podria/debería- y eso está bien. La ayudaremos cuanto podamos y le daremos las gracias.
Pero a cambio, si una mujer decide que no puede o quiere ser madre, si su decisión libre es esa, y lo hace en un plazo de tiempo razonable, debemos valorar también esa libertad como n bien precioso que no puede supeditarse a la vida de algo que puede nacer o morirse solo, especialmente si la decisión se toma durante la fase en que la mortandad natural es más elevada.
La libertad de la persona humana nacida y crecida es real. La persona humana del nasciturus es potencial y sólo potencial. Decir que la libertad es valiosa pero menos que la vida del nasciturus de otra persona es decir que la libertad de esa otra persona no vale, y si su libertad no vale... ¿qué vale su vida?
La libertad de uno siempre tiene límites cuando afecta a otros. Es la base del contrato social: tu libertad termina donde empieza la de otro. En este caso, el nasciturus no es una abstracción filosófica, es un ser humano en desarrollo. Decidir sobre su vida no es solo un ejercicio de libertad personal, porque implica directamente la negación de su existencia. No estamos hablando de si alguien quiere o no hacer algo consigo mismo, sino de la consecuencia irreparable de acabar con una vida potencial.
Tu argumento parte de que la vida del nasciturus es potencial, mientras que la libertad de la madre es real. Pero ¿de verdad podemos reducir la vida a "potencial"? El hecho de que un nasciturus dependa de su madre para sobrevivir no lo convierte en menos humano. Si seguimos esa lógica, un recién nacido también es "potencial" porque no puede valerse por sí mismo. ¿Dónde trazamos la línea? ¿Quién decide cuándo una vida vale más o menos en función de su autonomía? Es un terreno peligrosamente subjetivo.
El hecho de que el nasciturus esté en una etapa de alta mortalidad natural no es un argumento válido para justificar el aborto. Por esa regla, podríamos relativizar cualquier vida en situaciones de vulnerabilidad extrema. La mortalidad natural es un hecho biológico, pero no es una licencia para intervenir activamente en ese proceso y decidir quién vive o muere.
Dices que valorar más la vida del nasciturus que la libertad de la madre es despreciar esta última, pero no es cierto. Nadie niega que la libertad de la mujer es importante, pero tampoco puede ser un cheque en blanco para decidir sobre la vida de otro ser humano. El hecho de que una decisión sea difícil o personal no la hace automáticamente correcta. La sociedad establece límites y marcos legales precisamente para proteger a los más vulnerables, incluso de decisiones subjetivas que puedan perjudicarlos. Si decimos que la libertad es más valiosa que la vida en este caso, ¿qué mensaje estamos enviando? Que la vida humana solo tiene valor si no interfiere con los deseos o conveniencias de otros. Esto, a largo plazo, erosiona el concepto mismo de dignidad humana, porque permite que los más fuertes decidan sobre los más débiles. ¿Es esa la sociedad que queremos construir?
No podemos usar la libertad como un comodín para justificar la eliminación de vidas humanas en desarrollo. Lo que necesitamos es un enfoque equilibrado que respete ambos valores, y eso incluye fomentar alternativas como la adopción, el apoyo social y económico a las madres, y una reflexión ética seria sobre lo que significa ser humano.