A veces me dejo llevar... por la frustración.Ver citas anterioresBell Cooper escribió:Es un poco macabro que acuses a alguien, sin pruebas y, creo, sin fundamento, de no dar el mismo valor a las vidas de los judíos y de justificar el asesinato de una niña de 13 años, mientras tú haces exactamente aquello de lo que acusas a ese alguien. Estás justificando el asesinato de la niña palestina y encima puntualizas que no tenía 10 años sino 13, lo cual nos tranquiliza a todos mucho, porque entonces... ¿es menos grave?Ver citas anterioresNowomowa escribió:"Oh, ya sabemos que a su hijo lo mató una bomba puesta por una niña de 13 años, pero no querrá que vayamos por la vida matando niñas, ¿no? ¡Piense en todos los Enxebres, Avicenas y demás buena gente del mundo! ¡Cómo se indignarían! Y total somos judíos y nuestra vida no vale tanto, tan sólo pregúnteles a todas esas buenas gentes a quienes les parece comprensible y aceptable que nuestras niñas de 13 años sean degolladas en sus dormitorios..."
Sé que se dicen muchas barbaridades en contra de Israel pero no creas que vas a convencer a nadie por ponerte a decir tú barbaridades en contra de los palestinos. A lo mejor deberías releer algunas de las cosas que escribes, creo que, pasado el calor de la discusión, igual te sorprenderían. Al menos coge tus mensajes y sustituye una nacionalidad por otra... y a ver qué tal te suenan.
Cuando ellos viene con medias verdades cargadas emocionalmente, ¿qué se puede hacer? ¿Responder con otras medias verdades cargadas emocionalmente? ¿Intentar que la gente sienta piedad por el capitán R? Sería absurdo.
Así que lo que hago es contar la otra mitad, la mitad de la verdad que ellos, explícitamente, consideran una mentira. Cuando resulta que contar sólo media verdad es una mentira entera.
Y esa otra media verdad no se puede contar emocionalmente, sino que hay que hacerlo fríamente. Porque para solucionar los problemas, no podemos dejarnos llevar de emociones.
La única esperanza que hay de que a ninguna niña le pase lo mismo que a Iman al Hams, es analizar cómo se llegó a ese desenlace, y evitar las causas. No fue un accidente natural, fue un acto humano y los actos humanos tienen motivos humanos. Hay que analizar eso actos y sus motivos y ver cómo se pueden cambiar, unos, otros, o ambos.
No importa tanto cómo mueran los muertos. Importa, y mucho, cómo evitar que mueran los vivos. Nada le devolverá la vida a Iman al Hams. Pero sí debería poderse evitar que muera otra niña como ella.
Y para que eso ocurra no podemos quedarnos con media verdad y emocionarnos mucho y actuar irreflexivamente, sólo la verdad entera puede ayudarnos a razonar, a buscar una solución.
La media verdad, a menudo una mentira entera, de la versión palestina es voceada a todas horas, por todas partes, es parte del pensamiento único. La otra verdad, la verdad que completa el cuadro, sólo es conocida por unos pocos que no somos precisamente el colmo de la popularidad, ni contamos precisamente con San Google para vomitarnos encima veinte veces la versión real con sólo buscar un nombre. Al contrario. Cuesta mucho encontrar un solo relato de la verdad completa, que no solo diga qué, sino por qué.
Es frustrante, porque cada vez que juego a esta especie de pinpón fúnebre (muerto va, por qué de la muerte vuelve) me doy cuenta de lo inútil que es. Al fin y al cabo, una niña muerta es una niña muerta, y cuando me ha dado por horrrizarme de tanto niño muerto (como cuando un chaval de 17 años perdió la vida tras asesinar a una niña de 13) no ha servido absolutamente de nada.
En el fondo, por mucho que me esfuerce, nunca lograré odiar de forma tan ciega e inhumana como ellos. Dejaría de ser yo mismo si no pudiera ponerme en la piel de Iman al Hams durante esos minutos terribles con que terminó su andadura por este desastre de mundo, donde niñas como ella nacen para acabar muertas absurdamente por un odio que no va con ellas ni sirve a nada más que a sí mismo.
Pero hacerlo no evitará que haya una, diez, cien o mil más como ella. La piedad y la compasión son inútiles contra el odio. Sólo la razón puede derrotarlo, de vez en cuando, y a un precio altísimo.
Y en eso ando por aquí.