El comunismo (su invención) y los judios.

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Atila
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Re: El comunismo (su invención) y los judios.

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Javier Barraycoa desvela la cara oculta de la revolución rusa, ensalzada por buena parte de la intelectualidad del siglo XX. Por Javier Navascués.

5 AGOSTO 2020

Javier Barraycoa es profesor universitario, sociólogo y escritor sobre numerosos temas políticos e históricos. Acaba de publicar su última obra: “Eso no estaba en mi libro de historia de la revolución rusa” (Editorial Almuzara) donde desvela la cara oculta de una revolución que fue ensalzada por buena parte de la intelectualidad del siglo XX y que provocó millones de muertos. La obra sorprenderá por su ingente cantidad de datos y relatos que nos aportan una visión estremecedora del comunismo.

¿Cómo definiría la Revolución rusa?

El Arzobispo católico de Lvov, la definió como un caso que “sólo se puede explicar como un caso de posesión diabólica”. La Revolución rusa fue una sorpresa que nadie esperaba. Los bolcheviques eran una minoría que no hubiera podido derrocar al gobierno burgués de Kerensky (que había hecho abdicar al zar) si no hubieran contado con el apoyo económico de la banca judía norteamericana. El gran intermediario fue Jacob Schiff. Tras el triunfo bolchevique, estos -paradójicamente recibieron ayuda económica y tecnológica norteamericana. Las grandes corporaciones como la Standard Oil de los Rockefeller adquirieron derechos de explotación del petróleo del Cáucaso. El capitalismo y el comunismo conjuntaron muy bien.

¿Entonces el mito de la participación judía en la revolución es realidad?

Desde el propio Marx, cuyo verdadero nombre era Kissel Mordekay, era hijo de un rabino, converso al luteranismo pues los judíos no podían estudiar Derecho, hasta Trotsky. En el libro de Robert Wilton, Los últimos días de los Romanov, el autor proporciona los nombres de 556 líderes bolcheviques de primer orden, de los cuales 457 eran judíos. En la Checa, también, buena parte de los dirigentes eran judíos. También es cierto que todo se trastocó con la llegada de Stalin. Odiaba a los judíos e inició numerosas purgas de esta comunidad. Creó la Región Autónoma Judía de Birobidjan, en Siberia y fue recluyendo ahí a muchísmos judíos. Su intención era acometer un genocidio.

Encontraremos pues extraños y oscuros protagonistas de la Revolución rusa.

El propio Marx no deja de ser un personaje oscuro. Tuvo una primera juventud de fervoroso luterano, luego conocemos una época satanista. Hemos de pensar que más de dos tercios de las obras de Marx están guardadas en el Instituto Marx de Moscú, sin traducir y sin conocerse su contenido. Se sospecha que muchas son satánicas. Un personaje espeluznante es Gleb Boki, uno de los mandamases de la primera Checa sita en el edificio de la Lubianka. Organizó una sección dedicada al ocultismo y a intentar controlar las fuerzas ocultas para ponerlas al servicio de la revolución. El ateísmo soviético nunca estuvo reñido con el espiritismo y la magia. Stalin tuvo a su servicio magos y brujas como Natalia Lvova. De ella sabemos poco pues tras la muerte de Stalin el servicio secreto (NKVD) intentó borrar toda huella. Stalin también se rodeó de magos famosos como Wolf Messing.



¿Entonces el ateísmo y el comunismo no estaban reñidos con el espiritismo?

En absoluto. Al principio de la obra, se recogen los antecedentes de los primeros “socialistas”. Muchos de ellos eran ingenuos utopistas que deseaban reformular un “nuevo cristianismo”. El marxismo impuso que el comunismo era un materialismo ateo, pero nunca pudo desgajarse del esoterismo y ocultismo que impregnaba numerosas sectas y conventículos de los que emergió la primera Liga Comunista. Una vez triunfó la revolución se llegó a realizar un juicio contra Dios. En el banquillo de los acusados se puso una Biblia y el fiscal, Lunacharski, acusó a Dios de todos los males de la humanidad y lo condenó a ser fusilado. Se “ejecutó” a Dios, disparando ráfagas de ametralladora contra el cielo. Lo que podía ser una patochada, en breve se convertiría en una cruentísima persecución religiosa.

¿Sólo religiosa?

No. Las purgas fueron sistemáticas y terribles. Se purgaba constantemente el propio partido Comunista cuyos cuadros caían con frecuencia en desgracia. Cuanto más te acercabas a altos niveles de poder más altas eran las probabilidades de acabar ejecutado o en el Gulag (campos de trabajo). Hasta los principales responsables de la Checa fueron purgados numerosas veces. El terror fue un instrumento del poder y no lo fue de una manera accidental sino que estaba teorizado como uno de los elementos primordiales para conseguir los objetivos de revolución. El Ejército Rojo no se salvó. Las cifras son escalofriantes: se depuraron 3 de 5 mariscales, 13 de 15 generales de ejército, 8 de 9 almirantes, 50 de 57 generales de cuerpo de ejército y la lista sigue. También se purgaron estamentos profesionales enteros. Por ejemplo, los estadísticos. La cuasa fue el censo de 1937. Stalin esperaba que surgiera un censo de 180 millones de habitantes. Pero sólo aparecieron 162 millones (millones enteros habían fallecido por las hambrunas y las purgas). Stalin purgó a los estadísticos y prohibió realizar más censos.

¿Quedaba algún resquicio de libertad en la sociedad comunista?

Tras la revolución de Octubre de 1917, cuando triunfan los bocheviques sobre los mencheviques, se realizó una Constitución que permitía casi de todo: liberación sexual, homosexualidad, anulación del matrimonio eclesiástico, teórica libertad de culto, de imprenta, etcétera. Pero todo fue una ilusión. La persecución religiosa se precipitó con fuerza una vez ganada la Guerra Civil contra los rusos Blancos (zaristas). El nudismo y la libertad sexual, acabaron siendo prohibidos en poco tiempo. Lenin era una especie de puritano, lo que no le impidió vivir con su mujer y amante bajo el mismo techo, pero veía que la Revolución se debilitaba ante el libertinaje sexual que se extendió por Rusia. La licencia sexual y la facilidad para divorciarse, conllevó que Rusia se llenara de millones de niños abandonados. El Estado comunista fue el creador de las guarderías como lugares de adoctrinamiento en el inicio del proceso educativo. Pronto se rompió la “amistad” con los homosexuales. Primero fueron tratados como libertinos que eran enviados al Gulag. Bajo Stalin se consideraron enfermos mentales que debían ser “curados” en clínicas psiquiátricas especiales. Lo más curioso es que llegaron a acusar a los homosexuales de ser fascistas y viceversa. De ahí la famosa frase: “acabemos con la homosexualidad y acabemos con el fascismo”.

De esto nada nos cuentan.

Claro. La Unión Soviética se convirtió en una mentira sistemática. La propaganda era lo único real del sistema. La creación de mitos como Stajanov, el gran super-minero soviético que inició el stajanovismo fue un fraude. Acabó sin hacer nada durante su vida y murió alcoholizado. La famosa foto de un soldado soviético plantando la bandera comunista sobre el Reichstag de Berlín, fue un montaje fruto de una sesión fotográfica tras dos días de acabar la toma de la capital alemana. Cuando se fue extendiendo la televisión en la URSS, era el único escape para millones de personas que vivían alienadas bajo el materialismo “desalienador”. Cuando se permitió la publicidad en televisión, se llegaban a crear anuncios (sólo existía una agencia estatal de publicidad) de productos que no existían. Así, la gente se ilusionaba con poder disfrutar algún día de lo que veían por televisión. Para controlar los impuestos sobre el consumo de tabaco, se potenciaron las cajetillas de cigarrillos. La publicidad sobre el tabaquismo es espectacular, pues se llegó a proponer lo saludable que era fumar. Incluso publicitando el sistema sanitario, un eslogan afirmaba que en la URSS estaban “los enfermos más sanos del mundo”. La locura.

¿Y qué escondía este Paraíso de la ilusión?

Toda la ilusión escondía el terror. El Gulag fue uno de el segundo mayor sistema de represión carcelaria. El primero es China. La vida en el Gulag era simplemente terrible. En muchos campos en Siberia ni siquiera hacía falta alambradas. Nadie se hubiera atrevido a adentrarse en la tundra. La muerte era segura. Ir al Gulag era prácticamente una sentencia de muerte por la dureza de las condiciones. Las obras faraónicas de los canales que se construyeron en época de Stalin son un himno a la estupidez (casi todos se construyeron mal y eran inútiles para la navegación de barcos de gran calado) y la muerte horrible de trabajadores forzados. Un caso tétrico es el de la carretera de Kolimá. Son casi 2.000 kilómetros de carretera que une ciudades siberianas. Los “esclavos” del Gulag la construyeron en condiciones horrorosas. Morían en masa y los cuerpos eran enterrados en los arcenes de la carretera. Los ciclos de congelación y descongelación en Siberia, hacen que los cuerpos mal enterrados surjan de la tierra con brazos extendidos. Es un espectáculo tétrico que obliga a volver a enterrarlos. Los laterales de la carretera de Kolimá se fue llenando de cadáveres que una vez al año surgían de la tierra. Finalmente decidieron irlos enterrando bajo el asfalto. Hoy tiene fama de que cada pocos metros, bajo el asfalto, hay un cadáver.

Sin embargo, la huella comunista sigue viva en la actual federación Rusa …

Sí. Todavía se calcula que hay más de 6.000 estatuas gigantes de Lenin en Rusia. Incluso hay una en la Antártida. La huella de tantos años de terror, alienación, mentira sistemática, pero a la vez de propaganda y glorificación de la Madre Rusia, ha creado una sociedad muy especial. La psique colectiva rusa se debate entre rechazar el horror del comunismo y el deseo de sentirse una potencia mundial como en la época de la Unión Soviética. En Rusia se ha disparado la práctica religiosa, la añoranza por el zarismo, la hipnosis del aún omnipresente Lenin, la celebración del triunfo del Ejército Rojo sobre el nazismo, el odio a Occidente y su admiración al capitalismo. El pueblo ruso no puede desprenderse de la huella de la Revolución rusa que dejó su impronta y aún sigue latente.

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