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La cooperación entre nacional-socialistas y nacional-sionistas no se limito solo a declaraciones
El Acuerdo de Traslado (HA'AVARA)
La pieza central de la cooperación alemana-sionista durante la era de Hitler (1933-1945) fue el denominado
Acuerdo de Traslado, un pacto que permitió a decenas de miles de judíos alemanes emigrar a Palestina con su riqueza. El Acuerdo, conocido como el Ha'avara (hebreo: traslado), se llevó a cabo en agosto de 1933, como consecuencia de las conversaciones entre los funcionarios alemanes y Chaim Arlosoroff, Secretario Político de la Agencia judía, el centro Palestino de la Organización Sionista Mundial.
A través de este acuerdo, cada judío comprometido a viajar a Palestina depositaba dinero en una cuenta especial en Alemania. El dinero era usado para comprar herramientas agrícolas, materiales de construcción, bombas de agua, fertilizantes, etc., de fabricación alemana, los cuales eran exportados a Palestina y vendidos allí por la compañía de propiedad sionista Ha'avara en Tel-Aviv. El dinero de las ventas se le entregaba al emigrante judío a su llegada a Palestina en la misma cantidad correspondiente a su dinero depositado en Alemania. Los bienes alemanes entraron a raudales en Palestina a través del Ha'avara que fue complementado popco después con un acuerdo de trueque por el cual se intercambiaron naranjas de Palestina por madera alemana, automóviles, maquinaria agrícola y otros bienes. El Acuerdo, entonces, sirvió al objetivo sionista de traer colonos judíos y capital de desarrollo a Palestina, mientras, simultáneamente, servía a la meta alemana de librar el país de un grupo extranjero no deseado.
Delegados al Congreso Sionista de Praga en 1933 debatieron vigorosamente los méritos del Acuerdo. Algunos temieron que el pacto minara el boicot económico judío internacional contra Alemania. Pero los funcionarios sionistas tranquilizaron al Congreso. El judeo-polaco Shamuel Cohen, propietario de una empresa de exportación de cítricos de Tel Aviv, y una figura importante detrás del acuerdo de Ha'avara, enfatizó que el Acuerdo no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Ruppin, un especialista en emigración de la Organización Sionista que había ayudado a negociar el pacto, apuntó a que el Acuerdo de Traslado de ninguna forma interfería con el movimiento del boicot, ya que ningún dinero fresco fluiría hacia Alemania como resultado del acuerdo. El Congreso Sionista que se llevó a cabo en Suiza en 1935, aprobó el pacto abrumadoramente. En 1936, la Agencia judía (Sojnut HaYehudit LeEretz Israel, el gobierno sombra sionista en Palestina) tomó el control directo del Ha'avara, el cual funcionó en efecto, hasta que la Segunda Guerra Mundial forzó su abandono.
Algunos funcionarios alemanes se opusieron al acuerdo. El Cónsul General de Alemania en Jerusalén, Hans Döhle, por ejemplo, criticó en gran forma y en varias ocasiones el Acuerdo durante 1937. Él señaló el costo que significaría para el comercio exterior de Alemania si los productos exportados a Palestina a través del acuerdo serían vendidos en otra parte. El monopolio de Ha'avara en la venta de los bienes alemanes a Palestina a través de una agencia judía encolerizó naturalmente a los hombres de negocios tanto alemanes como árabes. El apoyo oficial alemán al sionismo podría llevar a una pérdida de mercados alemanes a lo largo del mundo árabe. El gobierno británico también notó el acuerdo. Un boletín interno de la Oficina Exterior alemana de junio de 1937 se refirió a los “sacrificios del intercambio exterior” que resultaban de la Ha'avara.
Un memorándum interno de diciembre 1937 emitido por el Ministerio del Interior alemán revisó el impacto del Acuerdo de Traslado:
”No hay ninguna duda de que el arreglo de Ha'avara ha contribuido muy significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. El Acuerdo no sólo proporcionó grandes sumas de dinero (¡desde Alemania!), sino también el grupo más inteligente de inmigrantes, y finalmente llevó allí las máquinas y los productos industriales esenciales para su desarrollo. La ventaja principal del pacto, informaba el memorándum, era la emigración de grandes números de judíos a Palestina, el territorio-objetivo más deseable de acuerdo a los intereses de Alemania de aquel momento. Pero el documento también hacía notar las importantes desventajas señaladas por el Cónsul Döhle y otros funcionarios. De acuerdo a lo que indicaba, el Ministerio del Interior había llegado a la conclusión de que las desventajas del acuerdo pesaban ahora más que las ventajas y que, por consiguiente, debía darse por terminado.
Sólo un hombre podría resolver la controversia. Hitler analizó la política personalmente en julio y septiembre de 1937 y nuevamente en enero de 1938 y cada vez decidió mantener el acuerdo de la Ha'avara. La meta de sacar a los judíos de Alemania, concluyó él, justificaba las desventajas.
El Ministerio de Economía del Reich ayudó a organizar otra empresa para el traslado, la Agencia de Comercio Internacional e Inversión, o INTRIA (International Trade and Investment Agency), a través de la cual los judíos en países extranjeros podrían ayudar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina. Se canalizaron eventualmente casi $900,000 a través del INTRIA a los judíos alemanes en Palestina. Otros países europeos, deseosos de alentar la emigración judía, concluyeron acuerdos con los sionistas siguiendo el modelo de Ha'avara. En 1937, Polonia autorizó la fundación de la Empresa de Transferencia Halifin (hebreo: intercambio). A finales del verano de 1939, Rumania, Hungría e Italia habían firmado acuerdos similares. La erupción de guerra en septiembre de 1939, impidio la aplicación en gran escala de estos acuerdos.
Los logros de Ha'avara
Entre 1933 y 1941, unos 60,000 judíos alemanes emigraron a Palestina a través de Ha'avara y otros acuerdos alemán-sionistas, aproximadamente el diez por ciento de la población judía de Alemania en 1933. (quince por ciento de la población judía de Palestina en 1939.) La cantidad total transferida desde Alemania a Palestina a través del Ha'avara entre agosto de 1933 y a fines de 1939 fue de 8.1 millones de libras o 139.57 millones de marcos alemanes (entonces equivalente a más de $40 millones de dólares). Esta cantidad incluyó 33.9 millones de marcos alemanas ($13.8 millón de dólares) entregados por el Reichsbank en conexión con el acuerdo.
El historiador judío Edwin Black ha estimado que $70 millones de dólares adicionales pudieron haber fluido a Palestina a través del corolario de acuerdos comerciales alemanes y las transacciones bancarias internacionales especiales. Los fondos alemanes tuvieron un gran impacto en un territorio tan subdesarrollado como Palestina lo estaba en los años treinta.
Varias de las mayores empresas industriales fueron construidas con capitales de Alemania, incluyendo la empresa de aguas Mekoroth y la empresa textil Lodzia. La afluencia de los bienes y capital de Ha'avara, concluye Black, produjo una explosión económica en la Palestina judía y fue un factor indispensable en la creación del Estado de Israel. El acuerdo de Ha'avara contribuyó grandemente al desarrollo judío en Palestina y así, indirectamente, a la fundación del Estado israelita.
Una circular del boletín de enero de 1939 del Ministerio del Exterior alemán informó, con algún presentimiento que el traslado de la propiedad judía fuera de Alemania [a través del acuerdo de Ha'avara] contribuyó en no poca magnitud a la construcción de un Estado judío en Palestina. Ex funcionarios de la compañía Ha'avara en Palestina confirmaron esta visión en un estudio detallado del Acuerdo de Traslado publicado en 1972: “La actividad económica resultante de la entrada de capitales alemanes y las transferencias de Ha'avara a los sectores privados y públicos fueron importantísimas para el desarrollo del país. Muchas industrias y empresas comerciales nuevas establecidas en la Palestina judía y numerosas compañías que son enormemente importantes incluso hoy en la economía del Estado de Israel deben su existencia al Ha'avara”.
El Acuerdo del Traslado es el ejemplo más elocuente de la cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de este pacto, el Tercer Reich de Hitler hizo más que cualquier otro gobierno durante los años treinta para apoyar el desarrollo judío en Palestina.
1937, el cambio de politica:
El apoyo alemán al sionismo no fue ilimitado. El gobierno y el Partido estaban muy atentos a la continua campaña de las poderosas comunidades judías en los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países para movilizar a sus gobiernos y ciudadanos judíos contra Alemania.
Mientras que la Judería mundial permaneciera implacablemente hostil hacia la Alemania Nacional Socialista, y que la gran mayoría de judíos alrededor del mundo mostrara pocos deseos para asentarse en la “tierra prometida” sionista, un estado judío soberano en Palestina no resolvería la cuestión judía internacional. En cambio, razonaron los funcionarios alemanes, fortalecería mucho la peligrosa campaña anti-alemana. Por consiguiente, el apoyo alemán hacia el sionismo se limitó al apoyo a un "Hogar judío" en Palestina bajo control británico, no un estado judío soberano. Un estado judío en Palestina, informaba el Ministro de relaciones exteriores a los diplomáticos en junio de 1937, no estaba en el interés de Alemania porque no podría absorber a todos los judíos alrededor del mundo y sólo serviría como una base de poder adicional para la Judería internacional, de la misma manera como Moscú sirvió como base para el bolchevismo.
Reflejando el cambio en la política oficial, la prensa alemana expresó una mayor simpatía en 1937 con la resistencia Árabe Palestina a las ambiciones sionistas, en un momento en que las tensiones y los choques entre judíos y árabes en Palestina aumentaban progresivamente.
En una circular del boletín de la Oficina de Extranjería del 22 de junio de 1937, advirtió que a pesar del apoyo al reasentamiento de los judíos en Palestina,
“sería, no obstante, un error asumir que Alemania apoye la formación de una estructura estatal en Palestina bajo alguna forma de control judío. En vista de la agitación anti-alemana de la Judería Internacional, Alemania no puede estar de acuerdo con que la formación de un estado Palestino judío ayudaría al desarrollo pacífico de las naciones del mundo”.
“La proclamación de un estado judío o una Palestina administrada por los judíos”, advirtió un memorándum interno de la sección de asuntos judíos de la SS,
“crearía para Alemania un nuevo enemigo, uno que tendría una profunda influencia en los desarrollos del cercano Oriente”.
Otra agencia de la SS predijo que un estado judío:
“trabajaría para otorgar protección especial como minoría a los judíos en cada país, dando por consiguiente protección legal a la actividad de explotación de la judería mundial”.
En enero de 1939, el nuevo ministro del exterior de Hitler, Joachim von Ribbentrop, igualmente advirtió en otro boletín que
“Alemania debe considerar como peligrosa la formación de un estado judío” porque “traería consigo un crecimiento internacional de poder a la judería mundial”.
El propio Hitler analizó totalmente este problema en forma personal a principios de 1938 y, a pesar de su eterno escepticismo por las ambiciones sionistas y presentimientos que sus políticas podrían contribuir a la formación de un estado judío, decidió apoyar aún más vigorosamente la migración judía a Palestina. La perspectiva de librar a Alemania de sus judíos, concluyó, pesaría más que los posibles peligros.
Entretanto, el gobierno británico impuso drásticas restricciones a la inmigración judía en Palestina en 1937, 1938 y 1939.
En respuesta al bloqueo britanico, el servicio de seguridad de la SS concluyó una alianza secreta con la agencia clandestina sionista, Mossad le-Aliya. Acordaron pasar ilegalmente de contrabando a los judíos a Palestina. Como resultado de esta intensiva colaboración, varios convoyes de naves tuvieron éxito en alcanzar Palestina, burlando las lanchas británicas. La migración judía, legal e ilegal, desde Alemania (incluso de Austria) a Palestina aumentó dramáticamente en 1938 y 1939. En octubre de 1939 estaba fijada la salida de otros 10,000 judíos, pero la erupción de la guerra en septiembre llevó a fin este esfuerzo. De todas maneras, las autoridades alemanas continuaron promoviendo indirectamente la emigración judía a Palestina durante 1940 y 1941. Inclusive, hasta marzo de 1942, por lo menos un “kibbutz” sionista, para potenciales emigrantes , continuó operando oficialmente autorizado en la Alemania de Hitler.
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[*]Resumido, editado y complementado por el que aquí lo comparte.
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